lunes, 14 de mayo de 2018

MIER 16 MAY 19HRS "2018: El colapso de la formación social en México" con Dr. Daniel Ramos S. Ultimas sesiones en nuestro Centro Cultural, solidarizate!

Vivimos la era de la decadencia como desafío de civilización. Nuestra cultura se inscribe en la disolución social. La fase más oscura de nuestra historia. México se colapsa lentamente.
El desplome de la formación social es evidente y previsible. La caída será aún más profunda, amplia y estrepitosa que las anteriores crisis internacionales y así las consecuencias sociales; es posible y latente una nueva recesión que ha sido advertida por reconocidos analistas nacionales y directivos de organismos mundiales, también diversos libros sobre el tema empiezan a ser continuos y notorios. Hay tiempo para anticipar estrategias y transiciones.

El desafío más importante de nuestro país es que se está cerrando la única Ventana de Oportunidad que tendremos en el Siglo XXITransformar es fundamental y vital para la nación.

El futuro como decadencia es aún cierto a pesar de los pesares. Es preciso entender con objetividad para transformar. El presente es brecha de disolución. De las lecturas y opiniones del acontecer sobresalen de modo inevitable y regularmente alarmantes referencias del deterioro. Asombran sus formas diarias de manifestarse en diferentes ámbitos como corrupción, inseguridad, inestabilidad política, el fracaso de los proyectos de vida, insuficiencias de la vida democrática e inclusive en nuestros círculos cercanos.
La vorágine de la disolución social se acerca cada vez más a nuestras vidas de una u otra manera. Se vienen dando circunstancias adversas producto de varias causas y decenios como torbellinos de desventuras. La realidad nos va envolviendo. La conciencia colectiva parece acostumbrada a sucesos vergonzosos y al panorama desolador que se asoma cada mañana por varias ciudades. No cabe duda que el resquebrajamiento se está expandiendo e interiorizando por todo el andamiaje del edificio social.
Hoy los grandes desafíos nacionales están vinculados, tienen influencias externas, fondo histórico, reminiscencias, proyectan líneas inequívocas del futuro indeseable, la inserción desastrosa en el contexto mundial y el cierre de la Ventana de Oportunidad.

¿Cómo reinsertarnos en el orden internacional? ¿Cómo concebir el Siglo XXI? Éste es el centro fundamental de las propuestas que deben comprometer los proyectos y planteamientos de los candidatos a la presidencia.  
Juan Daniel Ramos Sánchez
Brújula Metropolitana 
  invita al conversatorio 
"2018: EL COLAPSO DE LA FORMACIÓN SOCIAL EN MÉXICO"
con
DR. JUAN DANIEL RAMOS SÁNCHEZ
Economista ESE-IPN, UNAM, CIDE
Investigador especializado en el desarrollo del neoliberalismo en México
(si te interesa el documento completo, solicítalo a nuestro correo o por FaceBook, abajo los datos)

ENTRADA LIBRE 
Miércoles 16 MAYO 2018 19:00 hrs
Cita: Centro Cultural Artesanal, PPS. Álvaro Obregón 182, Entre Tonalá y Monterrey, Col.  Roma,  parador METROBUS: Álvaro Obregón, o Metro Insurgentes saliendo por Jalapa INFORMES:  55-52756418  brujulametropolitana@yahoo.com


FAVOR DE TOCAR LA PUERTA DEL CENTRO PPS,si esta cerrada, por las pretensiones de desalojo que ha sufrido el espacio del PPS, se cierran, pero TODAVÍA sigue en actividad. Son nuestras últimas sesiones. Solidarizate y acompañanos!

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Breve Curriculum de Juan Daniel Ramos Sánchez: Es egresado de la ESE-IPN así como del doctorado en Economía por la UNAM y del posgrado del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Es investigador elegido en el Programa de Intercambio del Gobierno de los Estados Unidos de América e investigador invitado del Centro Fernand Braudel de la Universidad Estatal de Nueva York en Binghamton. De su producción como investigador sobre el desarrollo del neoliberalismo en México, destacan cinco libros: “México en las trayectorias internacionales.El espejo de una nación en decadencia”, Las Dimensiones de los Desafíos para el año 2018.  “México: una era de decadencia social”, “El fin del sexenio de Felipe Calderón”, “Trayectorias y coyunturas de la catástrofe económica y social de México 2009”, “La ilusión del crecimiento de la economía mexicana”.
Docencia: Ha sido profesor en varias escuelas de educación superior, como la Universidad Autónoma Metropolitana plantel Xochimilco e Iztapalapa (UAM), en la UNAM-Facultad de Economía en, y la Escuela Superior de Economía (IPN).
Premios y reconocimientos: Por su trabajo académico premio a la investigación en el IPN 1991, premio por ensayo del Programa Interuniversitario Reforma y Utopía 1994, premio a los mejores ensayos de la educación superior, de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) 1996, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) 1991-1993. También fue asesor de dos tesis sobre economía mexicana que ganaron los premios a las mejores tesis profesionales en el IPN: “Periodización para el estudio de la economía mexicana” y “México: la década pérdida”.
Publicaciones: La colaboración en el libro “Por un nuevo modelo de desarrollo en México”, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma de Chapingo, La Facultad de Economía de Aragón de la UNAM, el Colegio de Economistas de la Ciudad de México A. C. y el Laboratorio de Análisis Económico y Social.
Fundador de la Revista Ruiz Heally Times y colaboración con los siguientes artículos: “México ante la época Trump y la encrucijada del porvenir”, “El TLCAN y la ironía del crecimiento”, “México y Estados Unidos: la brecha cíclica”.
En materia de educación superior ha publicado: “La inserción de México en la globalización y regionalización de las profesiones”, publicado por el Fondo de Cultura Económica. “El Politécnico hoy: las desventuras de un proyecto”, editado por la Revista Interuniversitaria 11, Reforma y Utopía”, verano de 1994. “La globalización y regionalización de los servicios profesionales”, en “Reflexiones y Propuestas sobre Educación Superior”, de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, Colección Biblioteca de la Educación Superior. ANUIES 1996. “El perfil del profesionista del siglo XXI”, editado por el IPN. También es autor del libro “La autonomía y transformación del IPN. ¡Sí se Puede! (Carta Abierta al Lic. Enrique Peña Nieto).
Ha sido compilado en Poesía y Narrativa Hispanoamericana del siglo XXI. Editado en Madrid, España en 2014, y en la Antología Décimo Aniversario de Lord Byron Ediciones. Poesía, Narrativa y Ensayo. Madrid. España. 2013.
En su actividad profesional ha ocupado entre otros los cargos de: Coordinador de Asesores de la Dirección General de Profesiones 1993-1994, Director General del Consejo Asesor para las Negociaciones Comerciales Internacionales, Director de Evaluación del Instituto Politécnico Nacional, Coordinador General de la Secretaría General del Colegio Nacional de Educación Profesional, Secretario General y Administrativo de la Universidad Politécnica de Pachuca. Director de Economía y Competencia Integral S.A. de C.V.
danielramos_56@hotmail.com

#Palestina a 70 años de la NAKBA Lun14mayo 16hrs Angel de Independencia. y articulos Palestina. Partición desposeimiento y fragmentacion


MITIN EN DEFENSA DE LOS DERECHOS DEL PUEBLO PALESTINO

a 70 años de la Nakba
Lunes, 14 de mayo, 
16h Angel de Independencia
invita: Coordinadora de Solidaridad con Palestina
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"Matar a un hombre es un crimen, acabar con todo un pueblo, es un asunto a discutir..."
Ibrahim Tuqam, poeta palestino (1905-1941)

Palestina
Renombrando a la guerra de 1948
Partición, desposeimiento y fragmentación

por Richard Falk *

Israel ha logrado moldear y desviar el discurso público sobre el futuro de Palestina de manera brillante durante muchos años. Entre sus primeros logros en este sentido cuenta con la victoria propagandística de conseguir que la guerra de 1948 sea conocida internacionalmente como la “guerra de independencia”. Esta denominación borra a los  palestinos de la conciencia política y distorsiona las consecuencias humanas y políticas más profundas del conflicto armado. El lenguaje importa, especialmente en circunstancias vitales, cuando hay ganadores y perdedores, y ese es el caso de una guerra de desplazamiento, como aquella.
Les llevó décadas a los palestinos elevar sus experiencias de la guerra de 1948 incluso a conocimiento de aquellos a nivel internacional que respaldaban la lucha nacional palestina por su autodeterminación. Incluso ahora, más de medio siglo después de la guerra, la Nakba, como la llaman los palestinos, permanece opacada internacionalmente. La palabra significa “catástrofe”, debido principalmente a que al menos 700 mil residentes no-judíos de
Palestina fueron despojados de sus propiedades en el nuevo Estado de Israel, luego de 1948, y a que dicho país les negó el derecho de retornar a aquellos palestinos que habían abandonado sus hogares y pueblos por miedo o como resultado de la coerción israelí. Este doble proceso de desposeimiento y arrasamiento fue implementado con fuerza a través de la demolición y la total destrucción de entre 400 y 600 pueblos palestinos en el nuevo Estado de Israel.

Es llamativo que incluso aquellos que han aceptado esta concepción revisionista de la Nakba suelen tratarla como un acontecimiento calamitoso, pero rara vez la abordan como un proceso. 
Para los palestinos que fueron desposeídos de sus hogares, sus tierras, sus comunidades, de su empleo y dignidad, y para sus familiares y posteriores generaciones, la vida ha sido un calvario. Y esto es así por la miseria y humillación que acompañan la residencia prolongada en campamentos de refugiados o por las tantas vulnerabilidades y el desarraigo que implica un exilio involuntario y permanente. En otras palabras, la tragedia de la Nakba no concluyó con los traumas de desposeimiento, sino que se prolongó en las horribles experiencias que le siguieron. Y eso debe entenderse como consecuencias inseparables de la catástrofe originaria.
La resolución de participación de la ONU

Para muchos pensadores palestinos las duras pruebas que supuso la lucha por el control del territorio y por derechos fundamentales –que se dio tras la resolución 181, aprobada por 33 votos contra 31 (con diez abstenciones y una ausencia) en la Asamblea General de las
Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947– se agravaron durante las décadas que sucedieron a 1948.

Una muestra del dominio israelí sobre el discurso público internacional fue la dramatización de la aceptación sionista (representada por la Agencia Judía para Palestina) de la propuesta de partición de la Palestina histórica, mientras los palestinos, sus vecinos árabes, India y Pakistán la rechazaron al señalar que llevarla a cabo sin el consentimiento de los habitantes de Palestina constituía una flagrante violación de los estatutos de la ONU en cuanto al derecho de los pueblos a su autodeterminación y a elegir su propio destino político.

Este choque de posiciones fue interpretado entonces por Occidente como una demostración de lo “razonable” que era el encare sionista ante las complejidades que suponía compaginar reivindicaciones contrarias sobre el derecho a la autodeterminación y la soberanía territorial. 
El sesgo sionista-israelí consistía en afirmar que Israel estaba dispuesto a resolver el conflicto a través del compromiso político, mientras que, por oposición, supuestamente el plan palestino para el futuro del país sería exclusivista, incluso genocida, sugiriendo una supuesta intención árabe de tirar los judíos al mar. Una afirmación que, con las heridas del Holocausto todavía abiertas, obviamente perturbaba una sensibilidad política, liberal y occidental, ya extremadamente delicada.

Una interpretación más objetiva de estas dos posiciones opuestas nos lleva a sacar una serie de conclusiones que van casi totalmente en contra de la narrativa que Israel le ha vendido al mundo sobre el plan de partición de la ONU y sus secuelas. Sin embargo, esa versión sigue siendo la dominante.

Luego de un inicial y comprensible reflejo palestino de repeler a intrusos judíos que buscaban ocupar y dividir su patria, han sido los palestinos, no los israelíes, quienes han venido proponiendo un compromiso integral, mientras que los israelíes, por lo general, adhieren a la idea de que “la tierra prometida” judía incluye a Cisjordania y una Jerusalén unificada, y que cualquier dilución de estas metas sería una traición fundamental al proyecto sionista de restablecer enteramente un mítico “Israel bíblico” como Estado soberano. 
Los israelíes más ideologizados, como Menachem Begin (comandante de Irgún y sexto primer ministro de Israel, entre 1977 y 1983), se oponían abiertamente a la partición en 1947 –previendo correctamente que generaría violencia— y consideraban que Israel sólo conseguiría su seguridad y completar el proyecto sionista a través de operaciones militares con ambiciones de expansión territorial. David ben-Gurion, el principal estratega sionista y líder israelí, compartía el escepticismo de Begin sobre la partición, pero la apoyó por motivos pragmáticos, como un paso hacia el cumplimiento del proyecto sionista y no como un fin. En ese sentido la partición de Palestina era considerada provisional. A partir de 1947 se buscó justamente completar la agenda sionista.

La partición era una conocida táctica británica colonial que complementaba aquella de “divide y reinarás”. La estrategia de la ocupación fue propuesta ya en 1937 en el informe de la Comisión Peel, pero debido a la necesidad de colaboración árabe en la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido desistió de su propuesta de fraccionar Palestina. En un libro blanco posterior los británicos afirmaron que una partición sería “poco práctica” en el caso de Palestina, y un tanto sorprendentemente se abstuvieron de votar la resolución 181 en la
Asamblea General de la Onu.

Prolongando el sufrimiento palestino

La propuesta palestina de un compromiso integral data al menos de 1988, cuando la OLP decidió aceptar a Israel como un Estado legítimo y ofreció una normalización de las relaciones, si Israel cumplía con los preceptos de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU que ordenaban el retiro de las fuerzas israelíes de ocupación hasta la línea verde, las fronteras previas a la guerra de 1967, y llegar a un acuerdo sobre cómo solucionar efectivamente el asunto de los refugiados–. La iniciativa árabe de paz de 2002 añadió nuevos incentivos regionales para aceptar la propuesta de compromiso político de la OLP, pero Israel respondió con silencio y Occidente con poco entusiasmo.

La diplomacia de Oslo fue un fracaso unilateral. Nunca produjo propuestas sobre los asuntos en disputa que tuvieran alguna chance razonable de generar un fin sustentable del conflicto. Mientras tanto le daba tiempo valioso a Israel para seguir expandiendo su red de colonias ilegales, una forma de anexión sigilosa que también servía para transformar el mantra de los dos Estados en una quimera cada vez más cruel y útil para apaciguar la opinión pública que buscaba una paz sustentable para ambos pueblos y un fin al conflicto.

Un análisis más objetivo de los dos posicionamientos sobre la solución de la partición nos permite también desconstruirlos. Por un lado, el movimiento sionista tomó lo que podía conseguir en cada etapa, mientras que en el terreno y a nivel diplomático generaba condiciones para obtener más, extendiendo sus reivindicaciones y expectativas políticas, “corriendo los postes del arco”. Esta táctica de “feta por feta”, de pequeñas conquistas sucesivas, se puede rastrear al menos hasta la “Declaración de Balfour”, cuando los sionistas aceptaron la terminología de “hogar nacional” judío a pesar de sus aspiraciones desde el principio de establecer un Estado judío que no tomara en cuenta los derechos morales, legales y políticos de los palestinos. Gracias a recientes investigaciones de archivos ha quedado cada vez más claro que la verdadera meta sionista siempre fue el Israel de la tradición bíblica, “la tierra prometida”, que incluiría la totalidad de la ciudad de Jerusalén y la zona que internacionalmente es conocida como Cisjordania y en Israel como “Judea y Samaria”.

Por otro lado, el rechazo palestino a la solución de partición de la ONU –que inicialmente fue respaldada por todo el mundo árabe, al igual que por la mayor parte de los países de población mayoritariamente musulmana– se basaba en que Palestina sería bisecada sin ningún previo proceso que intentara buscar el consentimiento de la población mayoritaria que allí residía, ni, siquiera, la consultara al respecto. Fue un intento arrogante de la ONU, que entonces era controlada por Occidente, de dictar una solución que no tomaba en cuenta las preocupaciones de los palestinos y que tampoco era conforme al espíritu ni la letra de sus propios estatutos.

Interpretar el rechazo palestino de la resolución 181 de la Asamblea General como una muestra de antisemitismo o siquiera como un rechazo de la existencia misma del Estado de Israel es aceptar una explicación acorde a la narrativa israelí que ignora el desastroso legado de la partición. Esta explicación desconoce también las dinámicas reales que han mantenido el conflicto vivo durante todas estas décadas. Hasta el día de hoy Israel sigue creando condiciones que empeoran las perspectivas futuras de los palestinos, mientras sutilmente presenta al proyecto sionista como una búsqueda razonable y más clara de ambiciones no manifestadas anteriormente.

Esto nos lleva a una pregunta central que también tiene que ver con los motivos de los israelíes para aceptar temporalmente la partición que en realidad no querían, como una forma de expandir sus márgenes de maniobra políticos y de mostrarle al mundo una cara razonable que incluía un compromiso con la paz.

Los palestinos se sintieron excluidos y humillados por la manera en que era tratado el futuro de su sociedad por la ONU y Occidente, no obstante, no querían distanciar a la comunidad internacional, especialmente a Washington. Fue por eso que le dieron crédito a la “declaración de principios” de Oslo de 1993 y actuaron como si el “proceso de paz” tuviera algo que ver con la paz. Ese tipo de diplomacia de complacencia que fue practicada por la Autoridad Palestina durante los últimos 25 años –mientras Israel anexaba y judaizaba Jerusalén oriental y penetraba más profundamente en Cisjordania– generó la impresión en muchos círculos, palestinos y otros, de que la Autoridad Palestina no era suficientemente “rechazista”, y que o bien, ingenuamente, estaba jugando una partida que perdería, o había fracasado totalmente en comprender el verdadero plan sionista.
La “guerra de partición”
Para volver a nuestra afirmación inicial de que el leguaje es en sí mismo un espacio de lucha, ahora, 70 años después de los hechos, es aun más conveniente llamar a la guerra de 1948 por un nombre que revele más claramente sus características esenciales. Y ese nombre es Guerra de ParticiónSólo con esta opción lingüística podremos comenzar a comprender hasta qué punto la comunidad internacional, encarnada en la Onu, fue culpable de un pecado original con respecto al pueblo palestino, sus derechos naturales y legales y sus razonables expectativas políticas. Respaldar la partición de Palestina fue lo que yo llamaría un “crimen geopolítico”.
* Profesor emérito de derecho internacional de la Universidad de Princeton.

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El Futuro de la Nakba

Israel hoy festeja su aniversario número 70. ¿Su carácter colonial, militarista y racista le permitiría llegar a celebrar su centenario? Esto dependerá si los palestinos logran acabar con la NAKBA, la horrible catástrofe que son obligados a sobrellevar, tragedia planificada por Israel y apoyada por los colaboradores palestinos y regímenes árabes.

extracto del articulo
Autor:
Joseph Massad, profesor de Política Árabe Contemporánea e Historia Intelectual en la Universidad de Columbia. Él es el autor más reciente del Islam en el Liberalismo (University of Chicago Press, 2015).
Traducción: Palestinalibre.org
"................La fase futura
....La fase futura ya está en marcha e implica un esfuerzo más serio para eliminar por completo a dos tercios del pueblo palestino y su derecho a la tierra.
Esto se logró parcialmente durante la Fase III, concretamente mediante la eliminación o desmantelamiento de la OLP como una organización viable que representaba a todos los palestinos, mediante la creación de la AP, que nominalmente solo representa a aquellos en Cisjordania (menos Jerusalén) y Gaza....."
leer el articulo completo aqui
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Nuestra persistente Nakba: 'Mi hogar es Beit Daras'


Beit Daras, un pueblo que una vez fue pacífico, existió durante milenios. Romanos, cruzados, mamelucos y otomanos lo gobernaron e incluso trataron de someter a Beit Daras, al igual que toda Palestina, aunque fracasaron.

Extracto de articulo 
de  Ramzy Baroud, Middle East Monitor en Español
es un periodista, escritor y editor de Crónica Palestina. Sú ultimo libro es ‘The Last Earth: A Palestinian Story’ (Pluto Press, Londres, 2018). Baroud tiene un doctorado en Estudios Palestinos de la Universidad de Exeter, y es un becario no residente del Centro de Orfalea para Estudios Globales e Internacionales, Universidad de Santa Bárbara, California. Su página web es www.ramzybaroud.net.
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".....Sin embargo, para mi familia, fue mucho más que eso. Beit Daras era nuestra dignidad. Las manos encallecidas del abuelo y su piel curtida atestiguaban las décadas de trabajo duro en las tierras rocosas del campo palestino. Mis hermanos y yo solíamos señalar alguna de sus cicatrices para que nos contara la historia de los riesgos de su vida...."
leer el artículo completo aqui


"A pesar del éxito del proyecto sionista el año 1948, al ocupar la tierra y ahuyentar a la mayoría del pueblo palestino, por la fuerza de las armas y cometiendo grandes y pequeñas matanzas, cambiando los rasgos naturales y demográficos de la tierra, destruyendo 417 aldeas para demostrar que nosotros no habíamos estado nunca aquí ni habíamos existido, que no tenemos presente ni pasado, ni memoria... 
A pesar de ello, la verdad palestina sigue viva en la búsqueda por los árabes de su identidad y de su existencia en la historia. Sigue viva en el empeño de los pueblos subyugados en liberarse. Y esto es así gracias a nuestra firmeza corporal y cultural, a la conservación de nuestra memoria colectiva y nuestra dimensión árabe y humana".
Mahmud Darwix

(15 de mayo de 1998)