lunes, 4 de junio de 2007

Lesbianismo

Lesbianismo (bollera, tortillera, cimbalita, ginecocigio, tribadismo, homofilia, homosexual femenino)



La palabra lesbiana proviene de un relato trágico griego relativo a una mujer llamada Safo, que vivió alrededor del año 600 a.C.

Dirigía una escuela de doncellas en la isla de Lesbos. Safo se enamoró de una de sus alumnas, Faón, que no le correspondió y, desesperada, se suicidó ahogándose en el mar.

Dejó una extensa colección de poemas de amor al estilo de Píndaro, expresando de manera sublime el amor entre mujeres, de los cuales sólo han llegado hasta nosotros unos pocos que son los que se salvaron de las llamas de la Inquisición.

Pero aunque sus poemas dan a entender lo contrario, los griegos fueron absolutamente intolerantes son las relaciones entre mujeres y aunque permitían las de chavales adolescentes y hombres adultos nunca permitieron tampoco las que pueden darse entre hombres hechos y derechos.

Las lesbianas al elegir compañera de cama no se diferencian en nada del resto de los mortales. Algunas prefieren lo conocido y otras buscan lo exótico, algunas gustan de las relaciones estables y otras prefieran la aventura y el descubrimiento. Las hay que pueden comportarse muy “masculinamente”, otras que pueden ser extremadamente “femeninas” y otras pueden preferir un “look” andrógino, personal e indefinido.

En cuanto a la conducta sexual también sus gustos suelen ser muy variados. Algunas sienten un profundo rechazo hacia cualquier tipo de penetración y prefieran las caricias exteriores y otras disfrutan con la penetración mutua con los dedos, o con un consolador.

Algunas practican el cunnilingus y otras no, algunas mantienen parejas estables de larga duración y otras no; las primeras lo atribuyen a la ventaja que supone convivir con una persona con la que se comparten sentimientos y aficiones y las otras achacan al exceso de conocimiento la dificultad de mantener la pasión en el tiempo.

Las lesbianas tienen una gran ventaja con respecto a los gays: su capacidad de tener hijos, ya sea eligiendo un buen semental o a través de la inseminación artificial, para la que ni siquiera es necesario recurrir a un profesional, algunos grupos de autoayuda de lesbianas enseñan como hacerlo con una jeringuilla.

En casi todas las ciudades grandes hay clubes de autoayuda y bares exclusivos, en los que las lesbianas pueden conocer, relacionarse y ligar con personas que sienten y sufren de la misma manera que ellas y por lo mismo.

Concluyendo, las mujeres que aman a otras mujeres no se diferencia en nada de las mujeres que aman a los hombres. ¡Ojalá llegue el día en el que para definir a una persona no sea necesario apostillas su tendencia sexual!

FELICIDADES YOLA

EL PERSONAL TÉCNICO ADMINISTRATIVO ASÍ COMO LOS FUNDADORES DE PROYECTO SIDA CHIAPAS Y VOLUNTARIADO EN GENERAL TE DESEAMOS LOS MEJORES PARA VIENES A TI Y QUE VIVAS MUCHOS AÑOS AL LADO DE TU ESPOSO MARIO Y DE TUS NOBLES HIJOS DULCE Y DAVID.

TU QUE ERES UNA EJEMPLO DE LUCHA Y RESPETO EN TODO LO QUE REALIZAS POR UN MEXICO MEJOR

FELIZ CUMPLEAÑOS AMIGA YOLA

Homosexualidad debido a la actividad hormonal

La primera de ellas intenta establecer que la conducta sexual anormal proviene de un desequilibrio de la proporción de hormonas masculinas y femeninas, presentes ambas en la sangre de los dos sexos. Pero los test directos efectuados en homosexuales no han arrojado un resultado que confirme la teoría, es decir, no ha demostrado una deficiente distribución hormonal. Según comprobaciones del doctor Swyer, en su trabajo "Homosexualidad, los aspectos endocrinológicos", la medición de niveles hormonales en homosexuales y heterosexuales no ha revelado diferencias.

Además, si la homosexualidad tuviese un origen hormonal -las hormonas son segregadas por las glándulas endocrinas-, se la podría curar mediante inyecciones que devolviesen el equilibrio endocrino. Pero no ha sido posible, y en su trabajo Testosterona en homosexuales masculinos psicóticos, el investigador Barahal explica que la suministración de hormonas masculinas a homosexuales hombres, solamente ha dado como resultado el aumento del deseo que siente el individuo por el tipo de actividad sexual a que está habituado. En cuanto a los experimentos efectuados con mujeres, el doctor Foss, en "La influencia de andrógenos urinarios en la sexualidad de la mujer", dice que las grandes cantidades de hormonas masculinas administradas a mujeres producen en sí un notable cambio en dirección a la masculinidad, pero sólo en lo que concierne al aspecto físico: voz más profunda, barba, disminución de senos, crecimiento del clítoris, etc.

En cuanto al apetito sexual, aumenta, pero continúa siendo normalmente femenino, es decir que el objeto de su deseo sigue siendo el hombre, claro está si no se trata de una mujer ya con costumbres lesbianas. Por otra parte, en el hombre heterosexual, la administración en cantidad de hormonas femeninas no despierta deseos homosexuales, sino que redunda en una disminución de la energía sexual. Todo lo cual indica que la aplicación de hormonas masculinas a las mujeres y de hormonas femeninas a los hombres no revela una relación entre el porcentaje de hormonas masculinas y femeninas en la sangre y los correspondientes deseos sexuales. Se puede aseverar entonces que la elección del sexo del sujeto amoroso no guarda relación demostrable con la actividad endocrina, es decir las secreciones hormonales