jueves, 30 de agosto de 2007

Princesas de cuento sin final feliz (primera ultima parte)

La muerte de Diana, Princesa de Gales, el 31 de agosto de 1997, estremeció los cimientos de la monarquía británica. Pero no por la sorpresa y lo inesperado del fatal accidente sino por lo que ocurrió después.

La respuesta inicial de Isabel II y su familia ante el fallecimiento causó un malestar y rechazo como no se había visto antes en el Reino Unido.
Una gran parte de los británicos interpretó el silencio como si a los miembros de la Casa Real no les importaba lo ocurrido.

Incluso la prensa tabloide pareció hacerse eco de ese malestar y empezó a hablar de si esto era el final de la monarquía.

Además, las señales de esta aparente indiferencia real estaban a la vista: el estandarte real, normalmente izado sobre el Palacio de Buckingham cuando la monarca está en Londres, permaneció arriado esos días, mientras la mayoría de la gente lo tenía a media asta.

Un caos real

Fiel a la tradición de no expresar sus emociones en público, la soberana asumió que se trataba de un evento familiar. La anécdota que le contó a la BBC Mary Francis, secretaria privada de la Reina en aquel momento, es elocuente.

"Estaba de vacaciones, pero apenas escuché la noticia llamé al Palacio de Buckingham porque asumí que querrían que regresara. Pero su respuesta fue: 'no, no necesitas volver'.

Probablemente querrán un funeral privado... luego se desató el escándalo y poco después recibí una llamada: 'por favor, regresa lo más pronto que puedas'".

Era imposible negar el pandemónium que causó la muerte de Diana.

"En el palacio estábamos muy conscientes de lo que estaba pasando. Mi oficina da hacia la calle, desde allí veía, literalmente, como se iba construyendo una pared de flores que al final de la semana tenía dos metros de altura. Era impresionante", recuerda Penny Russell-Smith, ex secretaria de Prensa de la Reina, en una entrevista exclusiva con la BBC.

La gente lloraba en las calles, llevaba flores a la entrada del palacio y criticaba duramente a la familia real. "No les importa. Típica reacción de la familia real: acogerse al protocolo sin preocuparse por las emociones humanas".