domingo, 6 de septiembre de 2009

¡Otro de estos! Vean nadamás esto...Ni modo, hay que tra..comer...‏

APARTE DE FEO, ARRASTRADO!


Calderón: la fiesta


El mensaje pronunciado por Felipe Calderón con motivo del tercer Informe, no sólo ha sido la mejor pieza oratoria en toda su gestión, sino la estrategia política más inteligente, sobre todo cuando las circunstancias lo tenían contra las cuerdas


Propone retomar reformas iniciadas en 1996
Peña Nieto, invitado especial al festejo azul
El mensaje pronunciado por Felipe Calderón con motivo del tercer Informe, no sólo ha sido la mejor pieza oratoria en toda su gestión, sino la estrategia política más inteligente, sobre todo cuando las circunstancias lo tenían contra las cuerdas.
Más allá de mezquindades, odios y malquerencias contra Calderón, nadie puede negar la autocrítica del discurso, la importancia del cambio de rumbo en las prioridades y estrategias, el rechazo a viejas y convenencieras decisiones políticas a partir de cálculos interesados, y el llamado a dejar atrás mitos, miedos y tabúes. ¿Qué gobernante había asumido un paquete de ese tamaño —a mitad del camino—, aun en el puro discurso?
¿INCREÍBLE NO? ESTO NO ES NADA... VEAN LO QUE SIGUE...
En el fondo, Calderón repite la fórmula del “golpe de timón” para evitar el naufragio. Lo hizo en los primeros meses de 2006 —cuando su candidatura presidencial daba tumbos—, y lo repite a medio gobierno, cuando su gestión da tumbos y pone en riesgo su paso a la historia, justo en el centenario y bicentenario de la Revolución y la Independencia. Calderón se niega a ser “un presidente más”. Por ello parece dispuesto a jugar “todo por el Todo”. Sin embargo, hasta hoy nadie sabe qué movió a Calderón a cambiar de caballo a mitad de la carrera.
Felipe, el opositor
Los que conocen al Presidente saben que es buen lector de la realidad y de sus críticos. Saben, por ejemplo, que desde el arranque de su gobierno está atento a las críticas; sea a la estrategia de lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, a las poco efectivas reformas petrolera, fiscal y a la fallida reforma electoral; sea al manejo equivocado de la crisis económica, a la crisis del agua, y a la tragedia en la educación.
Así, cuando la realidad y las críticas —las sustentadas, no el odio que difama e inventa— alcanzaron un mismo nivel, Calderón entendió que su paso a la historia estaba en riesgo. Entonces reaccionó como lo ha hecho siempre, con un manotazo de audacia y un golpe de timón. Lo hizo cuando siendo presidente del PAN, pactó con Zedillo la gran reforma electoral de 1996, fiesta a la que invitó a AMLO, quien también negoció con Zedillo; lo hizo cuando fue echado del gabinete por Fox, cuando lanzó su candidatura adelantada; cuando se enfrentó a Creel, al que derrotó y, como ya se dijo, cuando naufragaba su candidatura presidencial frente a Andrés Manuel López Obrador.
Buena parte de lo que hoy presenta Calderón como decálogo para salir de la crisis —en 1997 el PAN se negó a la apertura de Pemex, que pudo llevar al país a otro rumbo—, es la continuación de lo propuesto por el PAN y Calderón en 1996 al gobierno de Zedillo; las reformas petrolera, fiscal, y electoral de nueva generación. En pocas palabras, el Presidente reconoce que las reformas aprobadas en la primera mitad de su gestión —las reformas posibles—, resultaron fallidas, y que debe retomar el curso iniciado en 1996; las reformas deseables. Volvió el Felipe opositor.
--POR ESO ES FALLIDO, ALEMANCITO.SI EL MOVIMIENTO Y AMLO NO LE PONE UN ALTO YA HUBIERA ENTREGADO TODO EL PETRÓLEO, BUENO, LO QUE NOS QUEDA...
Los invitados
Pero sabedor de los tiempos y las formas de la política, Calderón preparó “la fiesta” de las reformas, precisamente como eso. Amarró, pactó, negoció, cedió y concedió. Es decir, adornó la casa, contrató al mago, preparó regalos, bocadillos y todo para una fiesta a la que nadie, o sólo los amargados de la política y el poder, pudieran resistirse. Por eso cuando le pidieron cambiar la fecha de la fiesta, la cambió sin problema.
NO SE VOMITEN TODAVÍA:
El mensaje del 2 de septiembre fue la invitación a la fiesta. Y en esa invitación los convidados eran mucho más que eso; eran corresponsables de la fiesta y de su éxito. ¿Quién sería el valiente de hacer “fuchi” a una fiesta como ésa? Allí estuvieron todos; el mismísimo Marcelo Ebrard. Bueno, casi todos. Contra lo ocurrido en 1996, hoy no acudió el amargoso de la política. Y si la fiesta resulta exitosa, los ausentes pagarán caro. ¿Por qué parece uno de los más talentosos lances del poder y la política? Porque a partir del 2 de septiembre, la solución de las muchas y graves crisis de México están en la cancha del Congreso. Felipe Calderón se salió de las cuerdas.
¿Qué viene después? En 1996, el PAN y el PRD se adelantaron a proponer las reformas, a las que luego debió subirse el gobierno de Zedillo y el PRI. Hoy el PRI de Beltrones emplaza al gobierno a 10 días para que presente sus reformas, en tanto que el PRD parece más preocupado por lo que pasa en Iztapalapa. Como en 1996, Calderón propondrá las reformas y jalará al PRI y al PRD, pero ahora desde el poder presidencial. Y amarillos y tricolores no van a la fiesta, serán los paganos. Falta mucho por ver. Por ejemplo, quién bailará con la más fea. Al tiempo.
En el camino
Por cierto, si le echan un ojo al cuatro Informe del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, verán que será invitado especial a la fiesta de Felipe Calderón.