miércoles, 4 de noviembre de 2009

[mmsc] Reflexiones deFidel Castro: El mejor homenaje a la madre de un héroe‏

tomado de Juventud Rebelde, 4 de noviembre de 2009)

Reflexiones deFidel Castro:
El mejor homenaje a la madre de un héroe

(El líder de la Revolución Cubana expresa su pesar por la muerte de
Carmen Nordelo Tejera, madre de Gerardo Hernández Nordelo y cuestiona
la política del gobierno norteamericano, que mantiene prisioneros a
los Cinco Héroes mientras aplica una ridícula sanción al terrorista
Santiago Álvarez y acaba de firmar un acuerdo para instalar siete
bases militares en Colombia, con las que amenaza a todo el continente)


Ayer falleció Carmen Nordelo Tejera, la abnegada madre del Héroe de la
República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo, injustamente sancionado a
dos cadenas perpetuas y 15 años de prisión.

Lo insólito es que hace solo 12 días la justicia yanki puso en
libertad a Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, a quien se le ocuparon
armas de guerra, explosivos y otros medios destinados a los planes
terroristas contra nuestro pueblo.

Se trataba de armas ocupadas a ese agente de la CIA, quien al servicio
del gobierno de Estados Unidos dedicó gran parte de su vida al
terrorismo contra Cuba.

Valdría la pena que los asesores de Barack Obama, que tanto difunden
sus discursos por la televisión, solicitaran y le mostraran copia del
video de la Mesa Redonda de Cubavisión donde se abordó la ridícula
sanción de cuatro años en una cárcel de mínima seguridad, aplicada a
Santiago Álvarez por las armas ocupadas, y lo peor fue que le
rebajaron la pena, tras entregarle a la Fiscalía norteamericana otro
alijo de armas mayor que el anterior. El sujeto, además, envió un
grupo que se infiltró en Cuba, al que entre otras acciones encomendó
hacer estallar una carga explosiva en el Cabaret Tropicana, siempre
repleto de espectadores. Existe prueba documental irrebatible de esa
instrucción.

A otro terrorista de origen cubano, Roberto Ferro, aliado a la mafia
terrorista de Posada Carriles y Santiago Álvarez, en julio de 1991 le
ocuparon 300 armas de fuego, detonadores y explosivos plásticos. Fue
sancionado a dos años. En abril de 2006 le ocuparon, en
compartimentos ocultos de su casa, 1 571 armas y granadas de mano.
Recibió una sanción de cinco años.

Nunca será suficiente lo que se diga en torno al cinismo de la
política de Estados Unidos, que incluye a Cuba en la lista de países
terroristas, aplica la Ley asesina de Ajuste Cubano con carácter
exclusivo a nuestra nación, y la bloquea económicamente, prohibiendo
incluso la venta de equipos médicos y medicamentos.

Ayer, la Mesa Redonda de nuestra televisión, a la vez que enumeraba
los crímenes de Santiago Álvarez, exhibía programas de televisión de
Miami donde un connotado agente de Estados Unidos, Antonio Veciana,
narraba los planes con explosivos y balas para el asesinato de líderes
cubanos, entre ellos Camilo y el Che, que estaban conmigo en un
nutrido acto de cientos de miles de personas frente al antiguo Palacio
Presidencial, o mi asesinato en una entrevista de prensa en Chile
cuando visité al presidente Salvador Allende. Al fin y al cabo, como
confiesa el mercenario, a la hora de la acción los asesinos al
servicio de la CIA se acobardaron en ambos casos. Se trataba solo de
dos de los tantos planes magnicidas del gobierno de ese país.

Tales fechorías pueden recordarse con sangre fría, excepto que, como
en este caso, la narración coincida con la noticia de la muerte, tras
larga enfermedad, de una madre honesta y valiente como Carmen Nordelo
Tejera, cuyo hijo ha sido injustamente condenado a dos cadenas
perpetuas y 15 años de prisión aislada y cruel y en una cárcel de alta
seguridad. ¿Qué dolor más duro podía existir para ella que la injusta
prisión perpetua de su hijo por delitos que nunca cometió?

No es posible depositar sobre su féretro una flor sin denunciar, una
vez más, el repugnante cinismo del imperio.

A ello se une otra noticia atroz escuchada esa misma tarde: la firma
oficial del acuerdo en virtud del cual Estados Unidos impone siete
bases militares en el corazón de Nuestra América, con las que amenaza
no solo a Venezuela, sino a todos los pueblos del Centro y el Sur de
nuestro hemisferio. No se trata de un acto del gobierno de Bush; es
Barack Obama quien suscribe ese acuerdo, violando normas legales,
constitucionales y éticas, cuando todavía los frutos de la funesta
base militar yanki de Palmerola, en Honduras, se exhiben ante el
mundo. El golpe militar en ese país centroamericano se llevó a cabo
bajo la actual administración.

Nunca se trató con mayor desprecio a los pueblos latinoamericanos de
este hemisferio.

Un país como Cuba conoce muy bien que después que Estados Unidos
impone una de sus bases militares, se marcha si lo desea, o permanece
por la fuerza como ha hecho con Guantánamo desde hace más de cien
años. Allí erigió el odioso centro de torturas cuyas mazmorras, con
numerosos presos, nuestro flamante Premio Nobel no ha podido todavía
eliminar. La devolución de Manta en Ecuador fue seguida de inmediato
por la oficialización de las siete bases militares impuestas al pueblo
de Colombia. Como pretexto se utilizó la lucha contra el comercio de
drogas que, como el terrible flagelo del paramilitarismo, surgió del
gigantesco mercado norteamericano de cocaína y otras drogas. Las bases
militares yankis en América Latina surgieron mucho antes que las
drogas, con fines intervencionistas.

Cuba demostró durante medio siglo que es posible luchar y resistir. Se
equivoca el Presidente de Estados Unidos, y se equivocan sus asesores,
si prosigue ese camino sórdido y despectivo hacia los pueblos de
América Latina. Nuestros sentimientos, sin vacilación alguna, se
inclinan hacia el pueblo bolivariano de Venezuela, su presidente Hugo
Chávez y su Ministro de Relaciones Exteriores, denunciando el pacto
militar infame impuesto al pueblo colombiano, cuyas cláusulas
expansionistas sus autores no han tenido siquiera el valor de publicar.

Cuba continuará cooperando con los programas de salud, educación y el
desarrollo social de los países hermanos que, a pesar de obstáculos,
avances y retrocesos, serán cada vez más irreductiblemente libres.

Como afirmó Lincoln: “… no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo.”

No sólo depositaremos flores sobre la tumba de Carmen Nordelo.
¡Proseguiremos la lucha sin descanso por la libertad de Gerardo,
Antonio, Fernando, Ramón y René, desenmascarando la infinita
hipocresía y el cinismo del imperio, defendiendo la verdad!

Solo así honraremos la memoria de la legión de madres y mujeres como
ella, que en Cuba han sacrificado lo mejor y más preciado de su vida
por la Revolución y el Socialismo.


Fidel Castro Ruz