jueves, 21 de enero de 2010

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Racismo en Cuba, un tema inconcluso

Patricia Grogg entrevista a Esteban Morales, investigador de la
Universidad de La Habana


HAVANA TIMES, 14 enero (IPS) — El racismo es una asignatura pendiente
en la sociedad cubana. “Hay que admitir que el problema existe,
conocer su impacto en el proyecto social que defendemos y atacarlo a
fondo”, dice Esteban Morales, economista, politólogo y autor de
artículos y ensayos sobre el tema.

Como investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados
Unidos (Cehseu), adscrito a la Universidad de La Habana, conoce con
igual profundidad a ese país, desde el cual unos 60 intelectuales,
algunos de reconocido prestigio, acusaron al gobierno del Raúl Castro
de perseguir y acosar a las personas por el color de su piel.

Para Morales esas acusaciones “desconocen” la realidad de su país y
“están montadas en las mismas campañas que los gobiernos
norteamericanos (de Estados Unidos) han hecho ya históricamente en
contra de la Revolución Cubana”.

“Nosotros hablamos de racismo y decimos que hay que perfeccionar los
derechos civiles, democráticos, pero no sólo para los negros, sino de
toda la sociedad. En esa lucha tenemos de aliados al más alto
liderazgo político del país”, afirma.

IPS: ¿En qué falló el proyecto social de la Revolución Cubana que no
logró eliminar las desventajas de su población negra?

ESTEBAN MORALES: A pesar de la radicalidad del proceso abierto en
1959, los proyectos sociales, durante años, no tuvieron en cuenta el
color. Al triunfo de la Revolución dentro de la política social toda
persona pobre fue tratada por igual y no se diferenció al negro, cosa
que se debió hacer porque el color de la piel en Cuba es una fuerte
variable de diferenciación social.

El blanco llegó por voluntad propia, como colonizador, con un proyecto
de vida que no pocas veces realizó. El negro fue traído obligado y
convertido en esclavo. Son puntos de partida diferentes, que no
pueden ser olvidados, ni obviados y pesan hasta hoy.

Aún cuando todos elevaron su nivel y los negros lograron una posición
más favorable en este medio siglo, las profundas diferencias no
desaparecieron totalmente. Cuando llegó el período especial (crisis de
los años 90), nos dimos cuenta de que quienes más sufrían la crisis
eran precisamente los negros, más alejados de poder forjarse un
proyecto de vida.

Aún en la Cuba actual no es lo mismo ser pobre y blanco, que ser pobre y negro.

IPS: Sin embargo, el gobierno cubano declaró resuelto el problema del
racismo en 1962.

EM: Fue un error de idealismo y voluntarismo, presionado por las
circunstancias políticas de esos años. A partir de ese momento se
abrió un largo período de silencio sobre el tema, justificado en que
hablar de esas diferencias era hacerle el juego al enemigo. Quien
insistía, era considerado racista y divisionista.

El tema resurgió con fuerza bajo el período especial, yo diría, con la
virulencia propia de algo que, dado por resuelto, realmente no lo
está.

IPS: En más de una ocasión ha dicho que en este país se educa a las
personas “para ser blancas”. ¿Cree justo considerar este tipo de
contradicciones una forma “institucionalizada” de racismo?

EM: Es una cierta forma institucionalizada, pero no por una directiva
o de manera consciente, sino derivada de fallas y errores en el
proceso educacional, en la enseñanza de la historia, en la
representatividad racial en nuestros libros. Por no tratar a fondo el
problema en la escuela las consecuencias de la esclavitud, que llegan
hasta hoy.

Estos problemas no tienen que ver con la institución, sino con
aspectos y problemas de la vida social, con disfuncionalidades e
imperfecciones de nuestra sociedad. En Cuba falta aún conciencia
racial. Para el blanco eso no es importante, porque siempre estuvo en
el poder, pero el negro debe tener conciencia racial para luchar
contra el racismo y por su lugar en la sociedad.

La discriminación racial es un fenómeno que permanece en la mente de
la gente, en la familia, en las relaciones personales, a veces en
algunos grupos institucionalizados y eso no se resuelve fácilmente.

IPS: ¿Cuál es su propuesta para solucionar estas carencias en el
terreno de la educación?

EM: La única manera de resolver esto es con una vigilancia estricta de
las oportunidades iguales para todos en el empleo, sobre todo en la
nueva economía, es decir en turismo, empresas mixtas con capital
extranjero, en la educación y un fuerte trabajo cultural.

En realidad, no deberíamos educar para ningún color, pero lo que está
sucediendo en la práctica es que nuestros escolares se educan, por lo
general, pensando que es mejor ser blanco y que es una desventaja ser
negro.

Tenemos que resolver problemas de occidentalismo en nuestra educación,
profundizar en la enseñanza de la historia, África, Asia, Medio
Oriente, en la representatividad racial en nuestra bibliografía.
Debemos llevar el debate de la discriminación racial a la escuela,
para que cuando el muchacho salga a la calle y escuche una expresión
racista esté en condiciones de defenderse.

IPS: ¿Qué propone en términos sociales?

EM: El “todos somos iguales” fue también un eslogan de la demagogia
republicana. La igualdad es el proyecto, la desiderata, en tanto la
desigualdad y la diferencia es aquello con lo que tropezamos todos los
días.

Hay que partir de las desigualdades, que existen en nuestra sociedad,
a pesar de que se ha luchado por resolverlas hasta el mismo borde del
igualitarismo. Son una herencia y, al mismo tiempo, un fenómeno que
se puede reproducir como resultado de disfuncionalidades de nuestro
modelo social, que debe ser perfeccionado.

Sólo entendiendo a fondo las diferencias y trabajando sobre ellas se
podrá llegar a la igualdad verdadera.

IPS: ¿Considera necesaria una política específica para la población negra?

EM: En Cuba existe una cierta política de acción afirmativa, aunque no
la llamamos así. A partir de investigar a fondo la situación de la
familia, los problemas de los niños, los discapacitados, los
diferentes grupos sociales, llegamos en la práctica a hacer acciones
afirmativas, porque así conectamos con las personas históricamente
menos beneficiadas, más vulnerables.

Hay fenómenos a depurar y que sólo se puede hacer por separado, la
vivienda, el empleo, la salud. En todo hay que tener en cuenta el
color y mientras mayor es la muestra (de los estudios), más se ve que
los negros están abajo, los mestizos generalmente en el medio y los
blancos arriba.

IPS: ¿Por qué no hay un debate más profundo, con expresión en la
prensa de la isla, sobre este asunto por todos reconocido?

EM: El debate está tomando fuerza en el ámbito intelectual y
comunitario, así como en las casas de cultura, pero también tiene que
ir los organismos del Estado, a las organizaciones políticas, de masas
y sociales del país. Eso es lo que reclamamos, porque más de 60 por
ciento de la población cubana de 11,2 millones es no blanca (entre
negros y mestizos) según nuestros estudios.

IPS: ¿Cree que debe formar parte de la agenda política también?

EM: Por supuesto que sí. El hecho de que el presidente Raúl Castro
haya mencionado el tema en su discurso ante el parlamento el 20 de
diciembre hace pensar que el asunto podría estar en la agenda del
venidero VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). Y si no
fuera así, yo creo que debe estar.

Además, existen dos comisiones que estudian el problema desde
distintas aristas. Una en la Biblioteca Nacional y otra en la Unión
Nacional de Escritores y Artistas (Uneac). El parlamento también
debería tener una comisión para este asunto.

Si la Asamblea Nacional trata el asunto religioso, de la mujer, la
juventud, ¿por qué no también el racial, que yo considero está al
mismo nivel y ha sido el menos atendido?

IPS: ¿Hay riesgo de que el debate se interrumpa por el temor de que
cree divisiones internas o sea manipulado en contra de la Revolución?

EM: Al contrario, lo que realmente está siendo utilizado en las
campañas del enemigo es nuestro atraso en haber tratado el tema y lo
que puede dividirnos es no debatirlo.

Lo que nos afecta políticamente desde el punto de vista de la imagen
externa e interna es tener un discurso que no se corresponda con la
realidad, porque hasta hace poco decíamos que no había problemas
raciales en Cuba.