domingo, 20 de junio de 2010

Se comprometió con las causas populares

In memoriam

Intelectuales destacan la memoria y erudición del cronista y su apoyo a los desposeídos

Se comprometió con las causas populares
Foto
Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Fernando Benítez y Carlos Fuentes. Imagen de 1965 titulada La mafia en La ÓperaFoto Héctor García
Ángel Vargas, Éricka Montaño y Fernando Camacho
Periódico La Jornada
Domingo 20 de junio de 2010, p. 4

Con la muerte de Carlos Monsiváis México se queda sin uno de sus más grandes referentes intelectuales. Será difícil cubrir esta especie de orfandad en los años por venir. Pocos como él conjugaban en una sola persona la capacidad de la memoria prodigiosa, la erudición en casi cualquier tema y el compromiso con los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

De esa manera, con un estupor que a algunos apenas dejó hablar, pero también con cariño, nostalgia y admiración, lo recordaron amigos, colegas y cómplices. Aquí, algunas de las opiniones recabadas por La Jornada:

Elena Poniatowska, escritora y periodista: Creo que Carlos fue una de las mayores cabezas pensantes que tuve el privilegio de conocer. Se las sabía todas en todos los campos: política, poesía, el que sea. Era un extraordinario conocedor del arte, y ahí está su museo para demostrarlo. Tenía el ojo absolutamente claro para eso. Nuestra relación se inició en 1957 o 1958, cuando él era muy joven. Recuerdo que nos conocimos al mismo tiempo José Emilio Pacheco, Carlos y yo, y trabajamos juntos en un suplemento cultural. Él era un referente para todo, estaba en todo y se preocupó muchísimo por apoyar a las mujeres. Conocí a su madre, María Esther, una mujer extraordinaria. Con su muerte, el panorama en México queda absolutamente desolado. Los fallecimientos de José Saramago y Carlos Monsiváis son dos golpes terribles para la izquierda en México y el mundo.

José María Pérez Gay, escritor y académico: Carlos es una de las inteligencias más poderosas que he conocido, con una memoria impresionante. Durante 30 años nos hablamos todos los días por teléfono. En tono de broma incluso le decía que yo era el líder de su sindicato de telefonistas. En estos momentos no hay quien lo supla; si acaso, José Emilio Pacheco.

Hugo Gutiérrez Vega, poeta y periodista: En mi caso personal esta es una situación muy dolorosa, porque Carlos fue mi hermano. Compartimos muchos momentos de la vida, especialmente en Londres, porque él vivió en nuestra casa. En el plano cultural, muere uno de los hombres más inteligentes y brillantes de México, uno de los más originales y honestos. En muchos aspectos, la conciencia moral del país recibía el apoyo de su inteligencia. Siempre estaba preocupado por la situación de las clases populares. Siempre defendió las mejores causas de la justicia y la democracia. Muere uno de los mejores conocedores de la poesía mexicana y universal de todos los tiempos, un gran ensayista y crítico literario, un gran impulsor de los estudios culturales en México y un enorme conocedor de la cultura popular. Es una pérdida irreparable, y su muerte me llena de tristeza.

Carlos Fuentes, escritor: Estamos muy tristes. Es una enorme pérdida de amigo, de escritor. Monsiváis en primer lugar era un gran amigo, y la pérdida de un amigo siempre es motivo de gran dolor. Fuimos amigos durante 50 años. Lo conocí cuando estaba en la preparatoria. Lo más importante para mí es haber tenido un amigo de la calidad de Monsiváis. Fue un gran renovador de la crítica en México. Hay una crítica de la cultura –de la literatura en particular, de la cultura en general– antes y después de Monsiváis. Entrega a la crítica un espíritu lúcido, implacable, y con humor –que había poco humor en nuestra crítica–, con una visión de lo que es el mundo contemporáneo, con una conciencia crítica muy aguda, con un espléndido uso del lenguaje, de la metáfora, de la capacidad para inventar nombres, para nominar de maneras muy originales, y ésta es otra parte muy importante de él. Pero él era un espíritu. Tenía un espíritu libre, no estaba encadenado, no estaba encasillado, se movía con una enorme libertad espiritual, que esto se tiene o no se tiene. Monsiváis tenía esa facultad de moverse con libertad de tener un espíritu verdaderamente independiente. Es una pérdida gigantesca, para el país y, claro, para sus amigos.

Francisco Toledo, pintor: Monsiváis nos va a hacer mucha falta. Habíamos hablado de hacer un Pinocho juntos, pero no muy cercano a la historia original, sino buscando un personaje desaliñado, sin arreglo, porque en la historia, si se porta bien, se convierte en humano. Pero la idea no era contar esa historia. Por ahí quedarán unas imágenes en la galería Juan Martín de Pinocho malcriado, que se queda así porque nunca se porta bien. No lo pudimos concretar por los malestares de Monsiváis.

Javier Aranda Luna, periodista: Ya es un lugar común decirlo, y él estaba en contra de eso, pero bueno: nos deja un gran hueco, porque sus curiosidades eran tantas, tanto en materia de arte como de cultura popular y reflexión sobre la sociedad, que es insustituible. Siempre fue un intelectual que pensaba en voz alta, y lo hizo en periódicos y en programas de radio y televisión. También perdemos a un gran escritor, que nos enseñó que con la vida menuda, con los sucesos de todos los días, se puede hacer gran literatura. Los personajes de sus crónicas eran de carne y hueso. Sus historias eran verdaderas. La crónica es el cuento de la verdad, y con ese género él hizo gran literatura. De la misma forma que a Kapuscinski, nuestros nietos leerán a Monsiváis con mucho gusto, pese a que los referentes de sus textos tal vez ya no existan, pero pueden sostenerse con la pura prosa. En este momento todos van a venir a condolerse y a resaltar que Carlos fue un autor e intelectual siempre al margen, porque le importaban los desposeídos y la gente sin voz. Como Víctor Hugo, era un hombre comprometido con las causas perdidas. Un escritor marginal, porque él se quiso mantener al margen del presupuesto. Él es el gran intelectual fuera de la Academia Mexicana de la Lengua. El que modificó las estructuras de la literatura, y no está en El Colegio Nacional. Tomando su ejemplo como referencia, es una pena la inercia nefasta de muchas instituciones culturales mexicanas. Hay que resaltar la forma en que Carlos retomó las banderas de la lucha por las minorías y en defensa del Estado laico.

Rafael Barajas, El Fisgón, caricaturista: Lo único que te puedo decir es que es el intelectual más importante del país en los últimos años. Era una voz crítica, una persona con una inteligencia absolutamente fuera de lo común. Creo que nos vamos a tardar mucho en reponernos de esta pérdida tan importante. Él tuvo una vida extraordinaria, y si hacemos cuentas de lo que nos dejó en cuanto a textos, ideas y propuestas, es un hombre que vivió 320 años, porque incursionó en todas las áreas y aspectos de la vida intelectual en México, y prácticamente en todos dejó cosas importantes. Era realmente un superdotado, un hombre con un compromiso a toda prueba, uno de los grandes valores que hemos tenido. En términos clínicos, él sí era un genio. Tenía una cabeza que le daba para todo, y una curiosidad intelectual que no le he conocido a nadie más. No creo que nos encontremos a nadie más con esas aptitudes.

Emmanuel Carballo, historiador y escritor: Tuve la suerte de ser su primer editor. Publiqué sus primeros libros, su autobiografía. En los años 70 fuimos muy amigos, aunque últimamente no tanto, pero es una de las personas más lúcidas y que mejor sabían manejar el humor en el ensayo mexicano, con una personalidad subyugante. Si alguna influencia tuvo la literatura mexicana, esa fue la de Monsiváis. Recuerdo algo de lo que se ha hablado muy poco: en Radio Universidad tenía un programa los domingos, El mundo de los niños, y era realmente notable. No he oído en México ni fuera del país un programa de radio tan bien hecho, donde hablaba sobre cine, sobre política, con un humor corrosivo y alegre. En su generación, creo que es quien tenía más ideas propias. Analizó la manera de comportarse del mexicano en política, arte, sexo. Muy pocos lo igualaron y nadie lo superó. En pocas palabras, es el hombre más completo de su generación, salvo en el cuento y la poesía, pero en el ensayo, el artículo, la entrevista y las conferencias era notable. Podía pasar de lo gracioso a lo terrible, de lo sencillo a lo complicado. No hay ninguna persona así en su generación, ni después de ella. Una persona de peso completo.

Eduardo del Río, Rius, caricaturista: El país perdió a un gran mexicano, una persona que realmente estaba preocupada y luchando por esta nación y lo hacía con las armas que tenía: el humor, el periodismo y la literatura. México no va a ser el mismo sin Monsiváis. Hemos perdido no sólo un amigo en lo personal, sino una persona que era casi un hombre del Renacimiento, enciclopédico en el mejor de los sentidos. Tuve la suerte de tenerlo bajo mis órdenes cuando yo hacía un suplemento de humor en la revista Sucesos, que se llamaba El mitote ilustrado. Me atreví a pedirle colaborara en este suplemento y sí, estuvo varios meses bajo mis órdenes, hasta que por exceso de pago tuvimos que dejar de trabajar ahí. Lo recuerdo siempre muy bromista, y no porque echara relajo, sino porque tenía un humor muy especial. Una de las cosas que más risa me daban era que se presentaba como otra persona al contestar el teléfono, hasta que se daba cuenta de quién lo llamaba y ya dejaba de fingir. Yo le estoy muy agradecido porque en el Museo del Estanquillo organizó la gran exposición de la historieta, y nos juntó al maestro Gabriel Vargas y a mí, y eso se lo tengo que agradecer toda la vida.

Foto
Con Gabriel García Márquez, en septiembre de 1984 en las instalaciones de La JornadaFoto Luis Humberto González

Carlos Bonfil, escritor y crítico de cine: Carlos para mí fue un amigo y un interlocutor irremplazable, que deja un enorme vacío. Sé que él mismo detestaría toda esta sarta de lugares comunes que suscitará su partida, pero una cosa es cierta: será difícil que alguien pueda remplazar su intransigencia moral y su fuerza intelectual. Carlos, para mí y para mucha gente, sobre todo de mi generación, fue el último de los directores de conciencia que hemos tenido.

Cristina Pacheco, escritora y periodista: Me niego a decirle adiós. En este momento recuerdo nuestras caminatas por Insurgentes, nuestras conversaciones, hechos que lo convirtieron en una persona muy especial en mi vida. Tuvo una visión panorámica de la realidad. Supo descubrir los rincones más oscuros de ella y nunca perdió su capacidad crítica.

Adolfo Castañón, poeta y ensayista: El país pierde una buena medida de su conciencia crítica, de su memoria y de su sentido común. Monsiváis era una persona cuyo discurso, por una parte, toca lo marginal, y al mismo tiempo lo que está en el centro, y esa capacidad es una de las grandes aportaciones de su figura al mismo tiempo crítica, memoriosa y apasionadamente comprometida con la entidad llamada México. Con sus letras, su cultura popular, y su historia. Monsiváis es como Fernando Pessoa visto por Octavio Paz: una generación, más que un solo individuo, un promotor de luchas civiles, un crítico literario y, sobre todo, un ciudadano cabal, en el sentido más amplio de la palabra.

Ricardo Yáñez, poeta y periodista: Le tengo muchísimo cariño. En estos momento es terrible que muera Monsiváis porque es una inteligencia tan lúcida que nos va a hacer muchísima falta. Él me ayudó mucho. Soy periodista y poeta por él. Cuando Monsi me hizo saber su gusto por mi trabajo, supe que lo tenía que hacer en serio. Siempre me dio mi lugar, y aunque hizo algunas bromas muy buenas a mis costillas, a mí me divirtió.

María García, fotógrafa: Para mí y para mi esposo Héctor es terrible porque Carlos era nuestro amigo. Fui su fotógrafa personal. Vivía muy cerca de la casa y luego me pedía que lo invitara a desayunar. Tuvimos una amistad muy bonita y muy interesante.

José Agustín, escritor: Carlos destacó en la literatura como un ensayista muy penetrante; leía muchísimo. Es inconcebible cómo José Emilio Pacheco y él podían leer tanto y tener además la voluntad de comentar lo que estaban leyendo. Convirtió la crónica en un género literario importante cuando antes de él no era considerado siquiera tal.

Carlos tenía mucha razón. Valía la pena todo lo que decía. Cierto, en momentos tenía sus posiciones más acomodaticias, tenía sus contactos en el poder; en cierta forma, él era una manifestación del poder, el poder de los intelectuales, y eso lo tenía en una cercanía con el poder en general. Pero su inteligencia era tan inmensa que se daba cuenta de ello y siempre mantuvo una posición crítica. Es un hecho que nadie lo recordará como un gobiernista de la chingada, como a un cuate que elogiaba al gobierno.

Horacio Franco, flautista y activista gay: Monsiváis fue uno de los puntos claves de la liberación del mexicano, como una fuerza muy grande en contra de la doble moral, de lo que le tocó vivir de joven. Lo más relevante fue la manera continua en que manifestó su inconformidad contra la desigualdad social y cultural en este país. Carlos, de manera sumamente inteligente, siempre sacó todos los trapos al sol que caracterizan a la clase política mexicana. Y, en ese sentido, su columna Por mi madre, bohemios, como gran parte de sus escritos y artículos, fueron una gran lucha por enarbolar el bastión de la inteligencia contra esa estupidez. Por eso merece un lugar preponderante en la cultura mexicana y veneración especial. Siempre lo consideré la gente más inteligente que conocí en mi vida.

Raquel Tibol, periodista y crítica de arte: Tuvo a lo largo de su existencia una posición de una izquierda que me atrevo a calificar de individualista; quizás en algún momento perteneció a algún partido o agrupación. Pero su conducta frente a la cultura, los acontecimientos sociales, las perversiones del sistema mexicano fue la de siempre actuar con su propia voz, su propio carácter y con una apertura bastante diferente a la de otros intelectuales de izquierda. Tanto así, que trató a gente de la alta burguesía, a políticos de primer nivel y de diferentes partidos.

Conocí a Monsiváis cuando en la calle República de El Salvador se comenzaba a instalar el Movimiento de Liberación Nacional, presidido por el general Lázaro Cárdenas. Lo recuerdo pronunciando junto con José Emilio Pacheco una conferencia al alimón en contra del muralismo mexicano. En aquel momento pedí permiso a la dirección del movimiento y di una plática en respuesta a la de ellos, que por allí la he publicado. De eso ha pasado medio siglo.

Cuando Monsiváis dirigió en la revista Siempre! el suplemento La cultura en México, me invitó a colaborar y aproveché la oportunidad para publicar colaboraciones muy largas a las que él le dio espacio destacado, lo que para mí en ese momento significó una aceptación fraterna hacia mis posiciones, que no eran exactamente las suyas.

Justamente por esta actitud individual y a la vez muy activa en la vida pública, puedo decir que es un personaje insustituible. En algunas oportunidades que coincidimos en viajes, en distintas ciudades de la República, acudía la juventud a vitorearlo como a un divo y él recibía estos halagos con simpatía y simpleza.

En lo que no pude coincidir con él fue en todos los aspectos de su vocación como coleccionista. Propiciaba un arte popular tanto en escultura de pequeño formato como en instalaciones; pero estoy convencida de que el arte popular es tal cuando no lo propician los intelectuales.

Carlos deja una enorme colección en el Museo del Estanquillo y habrá que hacer una evaluación muy seria tanto por el gobierno de la ciudad de México como por la fundación Carlos Slim Helú, que tanto ayudó a Monsiváis para desarrollar esta vocación, para saber cuál será el futuro de estos bienes.

Alejandro Brito, periodista: Escuché o leí alguna vez que Monsiváis no era una persona, sino una atmósfera, y creo que es una expresión muy atinada, porque Carlos estuvo presente en muchos ámbitos culturales y sociales. Sin equivocarme, es el intelectual que más influencia tuvo en la vida cultural y social del país, sobre todo si pensamos en las causas sociales. El nombre de la última exposición que él organizó personalmente en el Museo del Estanquillo, México a través de las causas, es muy apropiado para recordar a Carlos, porque a él podemos recordarlo a través de las causas. Él decía que no podía decir que no, por cuestiones éticas y de compromiso, cuando llegaban a pedirle apoyo, desde causas campesinas, obreras, de los maestros, hasta las de defensa de animales.

Por la estancia de Portales –donde estaba su casa– pasaron feministas, estudiantes del CEU, ecologistas, activistas gay y lésbicas, de lucha contra el sida; pasaron infinidad de luchadores sociales, a pedir el apoyo, el consejo, la guía y la solidaridad de Carlos. Recuerdo que en su estancia se discutieron muchos movimientos, y él, muy generoso y solidario, se comprometía a fondo.

Recuerdo una anécdota ocurrida en una reunión con activistas gay y lesbianas en Monterrey, en la que le explicaron a Carlos que hacían talleres para empoderar a los activistas, y él propuso hacer talleres de encabronamiento, porque lo que se necesitaba era eso. Carlos nunca perdió esa capacidad de indignarse.

Agencia de información NotieSe: Monsiváis impulsó la consolidación democrática a través de la crítica mordaz y certera en contra de la intolerancia. Fue un incansable militante de la izquierda mexicana y promotor del respeto a la diversidad sexual y los derechos sexuales y reproductivos, así como destacado integrante de nuestro consejo editorial