viernes, 24 de agosto de 2007

Princesas de cuento sin final feliz (primera parte)



Todas ellas creyeron vivir su particular cuento de hadas aunque finalmente no acabaran ni siendo felices,ni comiendo perdices, sino todo lo contrario. Sissi emperatriz, Lady Di, Grace Kelly o Anita Delgado ( Maharaní de Kapurthala) fueron las mujeres más envidiadas, copiadas y admiradas de su época, no obstante la inseguridad e infelicidad muchas veces se apoderaron de sus almas.

Elizabeth de Wittelsbach, Sissi de Austria-Hungría, nació en Munich (Alemania). Hija de un miembro de una rama dinástica secundaria de la realeza, su vida en un principio la destinaba a contraer matrimonio con algún Habsburgo segundón, pero el sino le guardaba una sorpresa, se convertiría en testigo de los grandes acontecimientos de la Historia Moderna.

Sería venerada como emperatriz, admirada por su belleza y vilipendiada por su familia política. Controvertida por sus aficiones impropias de su época fue una visionaria que elegía para sus ratos de ocio aficiones reservadas a los hombres. Fumaba, era políglota e intelectual, acostumbraba a escribir poesía y cuidaba su silueta. Recientes estudios han dejado entrever que la soberana podría haber padecido anorexia.

Insegura y melancólica el pueblo la adoraba, aunque no así su suegra la Archiduquesa Sofía, que la sumió en un estado de desesperación desde su temprano matrimonio ( sólo contaba 16 años cuando le dio el sí a Francisco José I).

Su vida estuvo teñida por la desgracia y el escándalo. Relacionada sentimentalmente con el conde Gyulay Andressy, se dice que realizaba frecuentes viajes a Hungría hastiada de su marido. Más tarde vería desmembrarse poco a poco su amado imperio aunque no llegara a ver el final definitivo de éste. Sufrió la muerte prematura de su hijo Rodolfo, que se suicidó con su amante, y de su primogénita, Sofía.

Su final no iba a ser mucho mejor, en Ginebra fue apuñalada por un anarquista el año 1898.

QUINTA EN LA INDIA.

La vida de Anita Delgado, bailarina española que llegó a ser Maharaní de Kapurthala, principado de la India Británica, no fue tampoco un camino de rosas, aunque desde luego conoció el fasto y refinamiento de una vida que no habría soñado ni de lejos.

Jagatjit Singh, Maharajá de Kapurthala, visitó España con motivo de la boda del rey Alfonso XIII. Una noche acudió a un teatro de variedades donde la andaluza Anita y su hermana Victoria formaban el grupo de baile “Las Camelias”. El indio quedó prendado de los encantos, gracia y belleza de Anita y no cejó en su empeño hasta que la consiguió.

Joyas, dinero y caballerosidad convencieron a los padres de la joven para que fuera trasladada a París a recibir una educación de princesa. Allí, Madame Dijon, institutriz contratada al efecto, le instruyó en el estudio del francés, las buenas maneras y la engalanó con ropa de alta costura.

Anita, aunque con miedo, estaba encantada, pero no contaba con que la India es un país de castas, de tradiciones inmutables y que su presencia allí no iba a ser tan bien recibida como le habían hecho creer, a pesar de que el rajá cumplió con su promesa de tratarla hasta el final como a una esposa.

Jagatjit Singh contaba ya con cuatro mujeres y cuatro hijos cuando Anita se convirtió en Raní. Las damas del harén no aceptaron que el soberano la apartara de la zenana ( parte del palacio en el que permanecía el haren). A Anita no le perdonaron el haber robado el corazón del rajá y se dedicaron a hacerle la vida imposible. El rechazo fue generalizado y tampoco las autoridades británicas reconocieron a la española como esposa.

Aislada y sola, Anita aguantó mientras el maharajá la amó, pero el inconstante Príncipe poco a poco se fue alejando de ella, lanzando a la española a una relación adúltera e incestuosa.

La soledad que sufría se hacía cada vez menos soportable, hasta que llegó Karan, hijo del Maharajá, que venía de Inglaterra de recibir una educación moderna. Guapo, sensible y de su misma edad robó el corazón de Anita.

Fueron descubiertos en el hotel Savoy de Londres y al poco tiempo el maharajá obligó a abortar a su raní española y la devolvió a su tierra, aunque con privilegios de reina. La bella Anita nunca se olvidó de Karan a quien siguió viendo en encuentros furtivos tras su marcha de la India.

LA REINA DE CORAZONES.

Pero si hablamos de princesas desgraciadas no podemos dejar de mencionar a Lady Di, Princesa de Gales. Hija del octavo conde de Althorp. La joven pertenecía a la alta aristocracia británica, era guapa, joven y virgen cuando Carlos decidió casarse con ella.

Diana, creyó soñar, se casaba con el hombre más deseado de Inglaterra, quien además era su primer amor. Pocos días antes de la boda supo que su idolatría no era correspondida y su flamante prometido amaba a otra: Camilla Parker-Bowles.

Poco después llegaron los llantos, la incomprensión, los trastornos alimenticios y finalmente las infidelidades. Los monárquicos la tildaron de desequilibrada, loca y ególatra niña caprichosa.

Diosa de los medios de comunicación se convirtió en el objetivo de la prensa sensacionalista con quien hasta su muerte, en 1997, mantuvo una relación de amor-odio.Si embargo y a pesar de sus enemigos, Lady Di, como era conocida popularmente , se convirtió en la reina de los corazones del pueblo.

Bellísima, elegante ( era amiga personal y musa de Versace) y cercana conquistó con sus sonrisas y lágrimas a la humanidad.

En los últimos años de su vida, tras el escándalo de su divorcio y después de conceder una entrevista a la televisión británica confesando haber sido adúltera durante su matrimonio con el heredero al trono, se dedicó a labores humanitarias de toda índole.

Su muerte también fue súbita e inesperada. Escapaba de los paparazzi junto a su novio, Dodi Al-Fayed, hijo del dueño de los almacenes británicos Harrods, cuando encontró la muerte bajo el Puente Alma, en París.

Grace Kelly, actriz afamada y musa de Hitchcock, genio del suspense, rompió el corazón de el Príncipe Rainiero de Mónaco, pequeño principado europeo. Su amor duró poco, tuvieron tres hijos y reinaron sobre la jet set pero a la princesa le esperaba otro trágico final, murió en un accidente de coche. Se rumorea que conducía su hija pequeña, Estefanía, que era menor de edad y no tenía carnet de conducir.