lunes, 19 de noviembre de 2007

Hagamos una campaña informativa: NO A LA PRIVATIZACIÓN DEL PETRÓLEO






Hagamos una campaña informativa: NO A LA PRIVATIZACIÓN DEL PETRÓLEO



Acatemos el llamado urgente de nuestro Presidente Legítimo en defensa de nuestro petróleo, dijo ayer:


Nuestro movimiento está obligado a jugar un papel de suma importancia ante la inminente decisión, del gobierno usurpador y de sus aliados, de entregar el petróleo a extranjeros. Este propósito entreguista viene de tiempo atrás y explica el por qué, desde 1983, en vez de modernizar la industria petrolera y convertirla en palanca del desarrollo nacional, han optado deliberadamente por arruinarla y tener el pretexto para venderla y convertirla en un negocio privado.



...recordemos que actualmente, a pesar de la corrupción y el mal manejo de la industria petrolera, de cada peso del presupuesto público, 40 centavos provienen del petróleo.



Por más de dos décadas, la exploración de nuevas reservas se redujo a la nada. Desde entonces, prácticamente toda la producción ha dependido de los campos descubiertos en los años 70, sobre todo, del yacimiento de Cantarell en el mar de Campeche y de los pozos en Chiapas y Tabasco.



La peor parte de esta absurda política tecnocrática la han resentido la refinación y la petroquímica. A las empresas vinculadas a estas actividades se les privó de recursos para su expansión y modernización. Desde hace 25 años no se construye una nueva refinería y por eso estamos importando 300 mil barriles diarios de gasolina, que podríamos estar produciendo en nuestro país, generando empleos para los mexicanos. Es más, es tan absurdo lo que han hecho que este año vamos a comprar gasolina en el extranjero con un valor de 10 mil millones dólares, exactamente lo que costarían las tres refinerías que necesita el país para ser autosuficientes en este combustible.





En suma, el sector energético no ha tenido prioridad en los planes gubernamentales y México se ha convertido en exportador de crudo e importador de productos con mayor valor agregado. Todo esto nos ha llevado a una gravísima situación de dependencia. Estamos comprando en el exterior la cuarta parte del gas que necesitamos en el país y el 40 por ciento de la gasolina que consumimos.



Ante este panorama el gobierno usurpador pretende consumar la fechoría de entregar a extranjeros ésta riqueza de la nación.



Este gran atraco significaría no sólo dejar a México sin la posibilidad de desarrollo futuro, sino perder, tal vez para siempre, nuestra soberanía como país libre e independiente . Para decirlo históricamente: la derecha y sus aliados del PRI nos quieren regresar al porfiriato.



Por ésta razón, informo a ustedes y al pueblo de México, que el día de mañana daremos a conocer un proyecto alternativo para evitar la entrega del petróleo al extranjero y, al mismo tiempo, rescatar y desarrollar esta industria nacional, para convertir a México en una potencia energética.



Estamos en uno de los momentos más críticos para la nación y convoco a todos a reflexionar y a unirnos en el proyecto alternativo para el rescate del sector energético . El gobierno espurio ha emprendido una ofensiva para desacreditar a Pemex, diciendo que pierde dinero y que no tiene ni recursos ni tecnología para las tareas que enfrenta. Esto es rotundamente falso . Pemex, a pesar de la corrupción y del mal manejo, genera cada año un gran superávit, antes de impuestos, de 60 mil millones de dólares, más del 6 por ciento del producto interno bruto. Es la empresa más rentable del país (extraer un barril de petróleo nos cuesta 4 dólares y se vende en 70 dólares, fundamentalmente porque no se le paga renta a la naturaleza). Además, Pemex es la segunda petrolera con mayor flujo de efectivo del mundo.



Los impuestos que pagó el año pasado fueron de 60 mil millones de dólares, equivalentes al 38 por ciento del presupuesto del gobierno federal y a más de tres veces, lo que pagaron de impuestos sobre la renta todas las empresas privadas del país.



Si Pemex no invierte lo suficiente, es porque el gobierno se lo confisca todo. En cuanto a la tecnología, es falso que no se pueda contratar, y lo más importante es que tenemos los técnicos mexicanos para asimilarla y desarrollarla tal como se hizo desde 1938, hasta principios de los años 80. No olvidemos que, contra todos los pronósticos de las compañías extranjeras, Petróleos Mexicanos, en 1938, salió adelante en sus operaciones, como puede lograrlo, con más razón ahora, con casi 70 años de experiencia de nuestros trabajadores y técnicos. Sólo los tecnócratas acomplejados y vende patrias, pueden argumentar que hoy Pemex no puede y que su entrega al sector privado, nacional o extranjero, es la única salvación.



La política de fortalecimiento energético que proponemos, sin apertura al capital privado, ni nacional ni extranjero, implicaría en una primera etapa, invertir con carácter de urgente, 400 mil millones de pesos que se destinarían a la exploración de nuevos campos, al desarrollo de los yacimientos de gas natural, a la perforación de nuevos pozos, a la construcción de tres nuevas refinerías, a la modernización y ampliación de plantas petroquímicas, y al mantenimiento de las instalaciones petroleras.



Como es lógico, la pregunta obligada es ¿de dónde saldría tanto dinero? La propuesta que hacemos es que estos fondos se obtengan de dos maneras: por un lado, proponemos que se reduzca el gasto corriente y de operación del gobierno en 200 mil millones de pesos, en una primera instancia. Esto implica, entre otras cosas, reducir a la mitad el sueldo de los altos funcionarios públicos de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.



Significaría también suprimir las partidas para el fondo de ahorro especial; gastos médicos mayores; pensiones a expresidentes y bonos discrecionales para los altos funcionarios públicos; así como muchos otros privilegios con que cuenta la alta burocracia que se ha convertido en una de las castas más favorecidas del mundo.





Aclaro que no proponemos reducir el gasto en inversión, en obra pública, en educación y salud, ni en programas de apoyo a los más desprotegidos; sino reducir el gasto burocrático y el destinado a la operación del sector público, donde se ha registrado el incremento más cuantioso en los años recientes.





Conviene decir que el gasto corriente del sector público, del año 2000 hasta la actualidad, subió de 714 mil millones de pesos a un billón 466 mil millones; es decir, se duplicó. Tengamos en cuenta que el presupuesto aprobado para el año próximo será de 2 billones 569 mil millones de pesos. Y nosotros estamos proponiendo un ajuste en el gasto corriente y de operación de 200 mil millones de pesos, que sólo representa el 8 por ciento, monto que se destinaría al fortalecimiento del sector energético.



Por otro lado, proponemos que todo el excedente que se obtenga por encima del precio del petróleo aprobado por la Cámara de Diputados, se invierta en el desarrollo del sector energético.



Para tener una idea del potencial de esta medida, si se mantuviera el precio internacional actual del petróleo por un año, este excedente sería de más de 200 mil millones de pesos. Al respecto conviene recordar que, como nunca en la historia, durante el gobierno de Fox, el sector público recibió recursos presupuestales del petróleo del orden de 335 mil millones de dólares y tan sólo de excedentes por los precios altos del petróleo, se recibieron 10 mil millones de dólares por año en el trienio de 2004 a 2006. Y la desgracia fue y sigue siendo, que todo ese dinero, en vez de destinarse a modernizar a Pemex, a promover el desarrollo de México y a garantizar el bienestar del pueblo, se derrochó en beneficio de la alta burocracia o se fue por el caño de la corrupción



De modo que sí se puede, que sí hay forma de contar con recursos sin cometer la gran traición de entregar el patrimonio del pueblo y de la nación a extranjeros. Sí hay de otra, sí tenemos un proyecto alternativo. Mañana los secretarios y técnicos del gobierno legítimo darán a conocer nuestra propuesta y sus detalles.



De todas maneras, amigas y amigos, no podemos ser ingenuos ante el desafío que tenemos por delante. No podemos atenernos. No podemos atenernos y esperar a que el gobierno usurpador actúe con responsabilidad y anteponga el interés nacional ante las ambiciones de las minorías. Es más, a estas alturas ya resulta evidente que Calderón se ha comprometido a cumplirles a quienes ambicionan el negocio del petróleo y ya están, como siempre, poniéndose de acuerdo las cúpulas del PRI y el PAN para dar línea a sus diputados y senadores, con el propósito de reformar la Constitución o las leyes secundarias que permitan esta felonía, este acto de traición a la patria.



Por eso, les convoco a que desde ahora iniciemos una campaña nacional de información, pueblo por pueblo, colonia por colonia, barrio por barrio, casa por casa y que al mismo tiempo, empecemos a organizar círculos de reflexión y análisis y a recoger propuestas de acciones para la resistencia civil pacífica que impidan cualquier reforma o cualquier maniobra que signifique la entrega del petróleo.



Preparémonos para llevar a cabo acciones de resistencia civil pacífica en todo el país, bajo tres criterios básicos: la no violencia, el no afectar a terceros y poner en práctica medidas eficaces que realmente cumplan con el propósito de mantener el petróleo bajo el dominio de la nación.



Les propongo que se integre la Comisión Coordinadora para la Defensa del Petróleo encargada de organizar todo este proceso. Les propongo a las siguientes personas: la maestra Ifigenia Martínez, Claudia Sheinbaum, Jesusa Rodríguez, la diputada por Campeche, Layda Sansores, la senadora por Tabasco, Rosalinda López, Bertha Maldonado y Alfredo Jalife. Estemos atentos y empecemos a trabajar en esta histórica tarea. La comisión nos presentará en esta plaza pública, un informe de las propuestas que haga la gente y aquí entre todos decidiremos. Si antes no hay necesidad, les propongo que nos volvamos a reunir el 18 de marzo, en la conmemoración del 70 aniversario de la Expropiación Petrolera; pero si las circunstancias lo exigen, les llamaría con carácter urgente para emprender de inmediato la movilización contra la entrega del petróleo.



De mis reflexiones íntimas, quiero compartir con ustedes mi optimismo: estoy seguro que con perseverancia y organización, vamos a poder cambiar este país de manera pacífica. Sí podemos sacar a México del atraso en que se encuentra y mejorar las condiciones de vida y de trabajo de nuestro pueblo. Tenemos dos recursos fundamentales: en primer término, contamos con un pueblo extraordinario, generoso, noble, trabajador, no enfermo ni de codicia ni de odio. Un pueblo que no busca venganza, si no justicia.



Un pueblo con una cultura excepcional que viene de lejos y de la cual se desprende su enorme vocación de trabajo. Ahí está el ejemplo de los migrantes, de los que por necesidad se han visto obligados a abandonar el país. Allá, a pesar de todo han podido salir adelante y ya están enviando, cada año, remesas a sus familiares por 25 mil millones de dólares. De modo que la pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué aquí, esos mexicanos, en su tierra, en su patria, no tienen oportunidades? Esto es inaceptable y es motivo de vergüenza.



Esta es una razón más para rebelarnos ante la opresión a la que está sometido nuestro pueblo y liberar su fuerza creadora y su talento para engrandecer a México.



El otro importante recurso son nuestras extraordinarias riquezas naturales. A pesar de que nos han saqueado por siglos, todavía tenemos con que desarrollar al país. Hay petróleo, gas, buenas tierras para la producción agropecuaria, agua, litorales, bosques, selvas y un invaluable patrimonio histórico y cultural. Todo es cuestión de que estos bienes de la nación no se queden en unas cuantas manos, sino que se utilicen de manera racional y los beneficios se distribuyan con justicia.



Es inadmisible que, teniendo un pueblo trabajador y valiosos recursos naturales que muchos envidiarían, México sea hoy el país con menos crecimiento económico en toda América Latina y uno de los países con mayor pobreza y desigualdad en el mundo.



Por eso no debemos rendirnos. Debemos seguir insistiendo en la transformación del país para sacar a nuestro pueblo de la pobreza y la marginación.