jueves, 21 de febrero de 2008

Depende de las corrientes el control del PRD, dicen

Combatir a los enemigos verdaderos, pide Jesús Ortega
Antes de renovarlo, necesitamos partido, sostiene Encinas
Alma E. Muñoz
En el primer debate formal que sostienen los seis candidatos a la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD), asumieron que el instituto político carece de dirección, su control depende de las corrientes internas –hasta negociar candidaturas– y cuenta con gobernadores y representantes públicos que se avergüenzan o no aplican el programa que debería regirlos para lograr apoyo financiero –incluso de priístas y panistas– en busca de puestos de elección popular.
El debate duró casi dos horas y prevalecieron las críticas a los bloques que apoyan a Jesús Ortega y Alejandro Encinas. Alfonso Ramírez Cuéllar retó a sus compañeros a comprometerse a fiscalizar los grupos internos y denunciar a quienes realicen prácticas al margen de la ley.
Miguel León López, uno de los candidatos emergentes, fue quien inició los ataques y provocó la molestia de Ortega al señalar: “pensaba preguntarle a Chucho que si llegaba a la presidencia del partido reconocería a Felipe Calderón como presidente de la República”, pero no lo hizo porque el aludido ya había calificado al panista de “presidente de facto”.
Aun así, el médico de profesión insistió: “les digo a los compañeros que tienen la tentación de negociar con el gobierno que los republicanos españoles no negociaron con Franco; los allendistas chilenos no negociaron con Pinochet; los montoneros argentinos no negociaron con Videla y, sin embargo, ahora todos están en el poder. Es decir, la izquierda finalmente triunfó en los tres países. Entonces, qué necesidad hay de andar negociando con presidentes ilegítimos”.
Ante ese comentario, Ortega pidió “acostumbrarnos en la izquierda a combatir a los enemigos verdaderos, no con lanza en ristre andar persiguiendo fantasmas”. Después, en voz baja, le dijo a León López –lo que confirmó éste al término del debate–: “todo mundo piensa que estoy cercano al gobierno, pero no”.
El debate, realizado en el Museo de la Ciudad de México, transcurrió en calma. Ni siquiera fue empañado por la amenaza de una bomba frente al lugar, que provocó la presencia de agentes judiciales y policías capitalinos cuando empezó el encuentro y los candidatos empezaban sus intervenciones. Cada candidato –además de los citados, Camilo Valenzuela y Dina Navarro– abordó en cuatro rondas la situación del país, las reformas que necesita el PRD y el papel de legisladores y gobernadores perredistas.
José Fernández Santillán, en su calidad de moderador, hizo cumplir las reglas del debate y que público y reporteros se abstuvieran de manifestar simpatías o rechazo, además de que no se realizaran mítines dentro o fuera del inmueble.
Ramírez Cuéllar pidió fiscalizar las corrientes y terminar con el cobro de cuotas de entre 10 y 15 por ciento del salario que se realiza a “miles” de servidores públicos que colocan en empleos, para que el “poder del dinero” no sea decisivo en el control del partido, y condenó a los grupos que “reciben financiamiento de PRI y PAN a cambio de sometimiento político en muchos estados del país”.
Retó a Ortega y a Encinas a denunciar las prácticas ilegales en que incurren militantes del PRD, al usar recursos y programas sociales en prácticas clientelares, y a los que acepten financiamiento de gobiernos priístas y panistas.
Encinas planteó que “para renovar al partido, primero debemos tener uno y hoy no tenemos PRD, sino una federación de corrientes y de grupos de interés con estructuras paralelas a los órganos de dirección, normas, estatutos, fuentes de financiamiento, relaciones políticas propias y un esquema de premios y estímulos a sus afiliados”. Se pronunció por fincar acciones penales cuando se comprueben ilícitos, y después matizó: “la ropa sucia se lava en casa”.
Ortega exigió nombres y pruebas para que los órganos del PRD actúen en consecuencia, pero rechazó la desaparición de corrientes, para evitar que sólo prive una visión. “Tratemos de resolver el problema de las corrientes, no desapareciéndolas o creando solamente una, o no sujetándonos a una corriente”, sostuvo.
Camilo Valenzuela propuso que el PRD asuma los resolutivos de la Convención Nacional Democrática para “derrumbar a la república simulada”.
Fue notoria la ausencia de Leonel Cota Montaño, presidente del PRD.