lunes, 3 de marzo de 2008

Los ancianos también defienden el petróleo

El 21 de junio de 1922 nació mi madre, Alicia Rojas Vargas, quien en 1938 tenía 16 años, cuando el general Lázaro Cárdenas llevó a cabo la expropiación petrolera.
Ella, junto con mi abuelo Abraham Heriberto Rojas Giuseppi, y su única hermana Clara Rojas Vargas, asistieron al llamado del general para pagar los costos de la expropiación. Mi abuela, María de Jesús Vargas Fonseca, para entonces ya había fallecido. Participaron con lo poco que en ese momento mi abuelo poseía; acaso fueron algunas monedas y medallas de oro, recuerdo de su familia.
Hoy, como ayer, mi madre a sus casi 86 años acudió al llamado que hizo Andrés Manuel López Obrador el pasado 24 de febrero, para impedir que se privatice la industria petrolera, propiedad de todos los mexicanos. Bueno, eso nos lo enseñaron en la escuela, aunque en realidad parece que los auténticos propietarios son los trabajadores sindicalizados de Pemex y los funcionarios en turno.
No puede dejar de asombrarme la fortaleza que tienen mi madre y las personas de la llamada tercera edad que asisten a los mítines. Son, en verdad, increíbles y admirables. Sólo puedo decirle a ella y a los que son como ella que no permitiremos que ocurra tal atrocidad, que creemos en la resistencia civil pacífica, y que sabremos asumir nuestra responsabilidad en el momento oportuno. Madre, mi más profundo cariño, admiración y respeto para ti y todos los de tu generación.
José Luis Madrid Rojas