martes, 26 de agosto de 2008

Acto Central por los HEROES DE TRELEW‏

La sangre negociada es dos veces derramada

El 22 de agosto de 1972, un grupo de marinos al mando del capitán de corbeta Luis Sosa y el teniente de fragata Roberto Bravo, sacaron de sus celdas de la Base Almirante Zar de Trelew a 19 presos políticos y los fusilaron a sangre fría.

Tres de ellos sobrevivieron por casualidad para dar testimonio de la matanza: María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y René Haidar.
Desarmados, Clarisa Lea Place, Susana Lesgart, María Angélica Sabelli, Ana María Villarreal de Santucho, Carlos Astudillo, Pedro Bonnet, Eduardo Capello, Alberto Del Rey, Mario Emilio Delfino, Alfredo Khon, José Ricardo Mena, Mariano Pujadas, Humberto Suárez, Miguel Angel Polti, Humberto Toschi y Alejandro Ulloa, murieron bajo las balas de la dictadura del general Alejandro Lanusse.

Todos ellos habían participado el 15 de agosto anterior de la fuga del penal de Rawson, operación organizada y desarrollada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), Montoneros y Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); una acción que mostró en la práctica a la unidad de las organizaciones revolucionarias como una forma efectiva de llevar adelante los objetivos de quienes enfrentan con decisión, voluntad política y coraje al sistema capitalista y sus fuerzas armadas y represivas.

Dirigentes de las tres organizaciones pudieron salir del país gracias a la operación unitaria. En Chile fueron apoyados por el gobierno del socialista Salvador Allende y por la mayoría del pueblo chileno, quienes no cedieron a las presiones de la dictadura para que los entregasen. En Cuba, fueron recibidos fraternalmente por el gobierno revolucionario de Fidel Castro.

El internacionalismo, en definitiva, fue una premisa básica de la segunda fase del operativo, ya que era apelando a él como se consumaría definitivamente la fuga. Esa solidaridad internacionalista es la misma que expresamos hoy hacia todas las organizaciones en lucha, y muy particularmente hacia los revolucionarios colombianos que organizados en las FARC-EP y en el ELN, mantienen la lucha contra el régimen terrorista de las clases dominantes colombianas representadas por Alvaro Uribe y otros políticos de la burguesía que aspiran a consolidar su poder mediante la explotación y las represión a las justas aspiraciones populares.

Poco después de haber sido ayudados por los pueblos chileno y cubano, los combatientes fugados se reincorporaron a sus puestos de lucha en Argentina.

En 1972, el régimen reaccionó ante el desafío de los revolucionarios como suele hacerlo el capitalismo cuando se siente golpeado: con una masacre. Y los revolucionarios respondieron a la actitud asesina de los militares y los intereses económicos y clases sociales a las que éstos representan, fortaleciendo la resistencia de masas y la lucha guerrillera en todo el país.

En ese contexto, no olvidamos el protagonismo del pueblo de Trelew ante la matanza y su apoyo solidario a la causa de la justicia que encarnaban los revolucionarios fusilados.

Más de tres décadas después, el recuerdo de los caídos en Trelew no puede reducirse a la creación de un museo o a discursos lacrimógenos por parte de quienes mantienen el estado de las cosas en un país como el nuestro, donde campean la explotación, la represión y el hambre.

La memoria no es un recurso para cerrar heridas ni para el sentimiento contemplativo, sino una base para la construcción de nuevas herramientas organizativas capaces de hacer realidad una frase pronunciada por el Comandante Ernesto Guevara: "si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nuestros golpes fueran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los pueblos en lucha fuera aún más efectiva, qué grande sería el futuro y qué cercano".

Dos enseñanzas nos dejaron los mártires de Trelew.

Una, que es posible vencer a los enemigos del pueblo mediante la decisión de combatirlos por todos los medios.

Otra, que la unidad en la acción de los revolucionarios es una manera eficaz de fortalecernos colectiva e individualmente para alcanzar día a día pequeños avances, pequeñas victorias que nos coloquen un paso adelante en el largo camino de la revolución.

Hoy, mientras el sistema capitalista y su régimen electoral continúa siendo hegemónico, ya no es posible hacerse el distraído ante las señales claras que emiten los enemigos del pueblo.

Vivimos en un país con superávit de divisas acumuladas en los bancos y en los bolsillos de quienes lo controlan; somos exportadores de alimentos a todo el mundo y gran parte de nuestro pueblo se muere literalmente de hambre.

Paralelamente,la represión va adoptando las formas y métodos de otras épocas. La ley antiterrorista redactada por los Estados Unidos de Norteamérica y aceptada por la casta política tradicional argentina es una muestra clara de hacia dónde apuntan.

Y a ello se suma la decisión de los Estados Unidos de mandar a su IV flota a nuestros mares para vigilar de cerca sus intereses, y en caso de ser necesario, intervenir en su defensa, como siempre lo ha hecho el imperialismo.

La persecución a los militantes populares y el encarcelamiento de compañeros luchadores en diferentes momentos y lugares, y el caso aberrante del secuestro y desaparición de Jorge López le quitan la careta al capitalismo, sus administradores y su modelo demoliberal.

Nuestros presos políticos, se suman a la inmensa lista de víctimas de la dictadura del capital que los explotadores bautizaron democracia.

En ese marco, los hechos de Trelew pueden recordarnos que el enemigo es sanguinario, pero también que no es invulnerable.

Que se puede avanzar luchando y negándose a formar parte de sus instituciones y de sus reglas.

Que la unidad de los revolucionarios no es una componenda electoral sino un compromiso profundo para continuar la lucha.

Reivindicamos la unidad en la acción de las organizaciones revolucionarias que se concretó el 15 de agosto de 1972.

Repudiamos la matanza a sangre fría cometida por las Fuerzas Armadas del capitalismo y de la burguesía a la que representaban en el gobierno;

Denunciamos a todos los gobiernos civiles posteriores al de Raúl Lastiri, en 1973, de no haber castigado, no haber investigado, y haber encubierto a lo asesinos de Trelew, pese a que hace dos años, un 22 de agosto, dimos a conocer públicamente los nombres y apellidos, el domicilio y los teléfonos, las empresas que controlan en los Estados Unidos y otros datos de los principales responsables directos de los fusilamientos.

Sostenemos la necesidad de mantener en alto los ideales y las banderas que aquellos que junto al pueblo movilizado en las calles y en los campos de la Argentina , supieron construir organizaciones políticas y herramientas capaces de combatir a los enemigos del pueblo en todos los terrenos.

Hace mucho que hay palabras que sintetizan a nuestros caídos, de Argentina y de toda América:

"Mi tumba no anden buscando, porque no la encontrarán
Mis manos son las que van en otras manos tirando
Mi voz la que esta gritando, mi sueño el que vive entero
Y sepan que sólo muero si ustedes van aflojando
Porque el que murió peleando vive en cada compañero"