martes, 26 de agosto de 2008

por eso estamos como estamos...así se las gasta Hermosillo‏

Deporte y crimen: La indolencia
Álvaro delgado (Proceso)
MEXICO, D.F., 25 de agosto (apro).- Pasadas las cinco de la tarde del lunes 14 de julio, a menos de un mes del inicio de los Juegos Olímpicos de China, el director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) del gobierno de Felipe Calderón, Carlos Hermosillo, salía de las oficinas del presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Germán Martínez.Extrañado por su presencia en la sede nacional del PAN, no tanto por su militancia, sino por ser horas laborables, lo saludé y le pregunté la razón de su visita. "Vine a ver a Germán para presentarle gente del deporte que quiere trabajar con el partido", me respondió señalando con la mirada a un puñado de personas que lo acompañaba.--Pero usted es servidor público --le recordé.--¿Y eso qué? --respondió, extrañado.--Que es lunes, día laboral, y es hora hábil. Torció la boca y a la mueca siguió una expresión de fastidio: "¡Hombre, yo trabajo todo el día!"--¿Acarreando gente para el PAN?Ya no dijo más este militante "adherente" del PAN en Tlalpan y se fue, rodeado de su clientela, justo cuando Martínez pasaba por el vestíbulo hacia la sala de prensa para negar --con el mismo desparpajo que Hermosillo-- lo que todo mundo sabe: que Santiago Creel fue removido como coordinador de ese partido en el Senado por decisión de las televisoras.De esta manera, si un funcionario como Hermosillo antepone el trabajo partidista al ejercicio honesto y eficaz de su responsabilidad para preparar deportistas --tolerado por quien fue secretario de la Función Pública y que sólo usó el cargo como hotel de paso hacia el PAN--, no es casualidad el nuevo fracaso de la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos de Beijing.Tampoco es casualidad el obvio fracaso de Calderón en todos los órdenes de la vida pública, obsesionado en ejercer el escaso poder que tiene en la lógica de pandilla y de facción, que lo único que ha generado es profundizar el deterioro social, combinado ahora --como revelan los anónimos spots radiofónicos-- con la ira de las élites que le echan en cara ya no sentirse seguros ni detrás de sus murallas y ejércitos privados.Ya cobra fuerza la palabrería oficial y oficiosa --que abunda en los medios, cómplices de la mediocridad y la indolencia-- de una "reestructuración" del deporte y la aplicación de sanciones ejemplares, pero el desenlace es previsible: Las tres únicas medallas obtenidas sobre todo por la gallardía de los deportistas --sin soslayar el acompañamiento de entrenadores y directivos-- salvarán a burócratas como Hermosillo y Jorge Camacho, patiño de los payasos de Televisa. Parte de esta estrategia de encubrimiento es también, aunque parezca ridículo, la propaganda en medios sobre el éxito que representó obtener las dos medallas de oro de María del Rosario Hernández y Guillermo Pérez, así como la de bronce de Paola Espinosa y Tatiana Ortiz. ¡No se habían logrado tales resultados hace cuatro décadas, en México 1968!Se perfila, pues, la impunidad de quienes usufructúan el presupuesto público en el deporte, igual que ocurre en todos los ámbitos del gobierno que encabeza Calderón, quien se parece cada vez más a Vicente Fox: Además de inepto, si no estalla en ira --su mal humor es cada vez más ostensible--, exhibe desgano, como en el montaje del jueves en el Palacio Nacional, donde la clase política levantó un monumento a su propio fracaso.Nada más falta que Calderón convoque a otra "cumbre" ahora que se hizo pública otra desgracia como la de Alejandro Martí –el empresario que perdió a su hijo y que retó a la burocracia a renunciar-- y de la que también se tenía conocimiento en los altos ámbitos del gobierno desde que aconteció hace 11 meses: El secuestro de la joven Silvia Vargas Escalera, hija justamente del antecesor de Hermosillo en la Conade, Nelson Vargas.Pero esta pena de los padres de los dos jóvenes la padecen muchas decenas, cientos de familias en todo el territorio nacional, lastimadas por la delincuencia que hasta el propio gobierno de Calderón reconoció a la alza en la parafernalia del Consejo de Seguridad Pública, que nació muerto por la calidad de sus firmantes, sobre todo de quienes son emblema de crimen, como Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps.Aun queriendo ser optimista, no se aprecia en qué opera con éxito Calderón y su grupo: La inflación se dispara, mientras que se sigue contrayendo la actividad productiva --el año pasado el gobierno estimaba un crecimiento de 3.7%; en enero redujo sus estimaciones a 2.8% y ahora si acaso será de 2%--, cae la inversión nacional y extranjera y el desempleo se desploma.Dentro de todo este oscuro panorama, Calderón y su amigo el gobernado priista Enrique Peña Nieto pueden festejar que el que la hace la paga: Justo el jueves, el día del acto de contrición por la criminalidad en el país, un ejemplar juez emitió una nueva sentencia contra Ignacio del Valle por desafiar el poder.Con los 45 años de prisión que le recetó el juez, por secuestro equiparado, Del Valle deberá purgar nada menos que 112 años de cárcel. ¡De ese tamaño es la infamia de la derecha panista y priista!