sábado, 16 de mayo de 2009

Autómatas‏


Autómatas
Alejandra Rangel16 May. 09Las crisis económicas, políticas y sociales han cambiado la perspectiva que se tenía de México no sólo a nivel nacional, sino internacional, desatando cuestionamientos, desilusiones, rechazos que se traducen en fallas diplomáticas o en realidades difíciles de asumir, como las relacionadas con el sector salud, con deficiente infraestructura médica tanto en equipo como en investigación, y una pobreza que muestra la desigualdad como mal incurable.Tal vez por estas situaciones tan graves ha pasado desapercibida y casi en silencio la reforma al Sistema Nacional de Bachillerato instrumentada por la Secretaría de Educación Pública, en la cual se eliminan las disciplinas filosóficas de la enseñanza media superior; desaparece Lógica, Ética y Estética, la historia del pensamiento filosófico, y se propone homologar los planes de estudio, los exámenes de ingreso y las certificaciones de estudiantes.México se está quedando rezagado, dicen los especialistas de la SEP. Según cifras manejadas por el Subsecretario de Educación Media Superior de los 3 millones 800 mil alumnos que ingresan cada año al bachillerato, el 48 por ciento (1.5 millones) deja la preparatoria; de ellos, la mitad no estudia ni trabaja, la otra mitad trabaja. Además de los 2.2 millones de alumnos que concluyen el bachillerato, 525 mil llegan a la universidad, esto es, el 23 por ciento.Ante esta dramática situación, se vieron obligados a reformar el currículo del bachillerato, creyendo que lo óptimo sería hacer planes únicos para todo el País, proyecto rechazado por la UNAM al no estar de acuerdo en homologar una visión que atenta contra la diversidad y crea una sociedad pragmática y técnica que tampoco resolverá el problema de la deserción escolar que afecta a los más pobres.¿Por qué eliminar la filosofía de los planes de estudio cuando de esta disciplina se fueron desprendiendo todas las ciencias y es el fundamento de la educación? La filosofía es la única disciplina que tiene una función crítica creadora y sabe pensar los supuestos de los sistemas políticos, económicos, científicos y pedagógicos, entre otros. Es la que despierta la conciencia e interpreta las representaciones más profundas de la existencia.Pero se ha perdido profundidad. La moda del gran discurso reside en hablar de competencias y habilidades para manejar el mundo de lo inmediato; hemos perdido la mirada de lo lejano y formamos profesionales para operar máquinas y presionar botones, pequeños autómatas sin espíritu crítico. La filosofía es fundamental para construir una sociedad libre y democrática, es un arma teórica. Es la única que ayuda a repensar las estructuras de los sistemas y a proponer los verdaderos cambios que el País y los hombres requieren.En esta época de crisis complejas y laberínticas se vuelve urgente cuestionar los modelos políticos y económicos que rigen a la sociedad. Pero ésta se encuentra desarmada teóricamente y sólo sabe obedecer. Desaparecer la filosofía de los planes de estudios del bachillerato, reclaman catedráticos de la UNAM, es un atentado contra los jóvenes, pero también contra México, pues al eliminar su estudio se condena a las próximas generaciones a convertirse en máquinas de hacer dinero y contradice la tradición educativa de México, donde las ideas han ocupado un lugar preponderante.No podemos dejar de recordar las reformas impulsadas por Gabino Barreda, quien apoyado por los grupos de poder, y habiendo estudiado en Francia el positivismo de Augusto Comte, propuso la reforma a la escuela preparatoria bajo la premisa de más racionalidad a través del estudio de las ciencias. El 15 de marzo de 1869 se promulgó la ley que establecía como obligatoria la educación positivista, que eliminaba por completo los estudios filosóficos por considerarlos indignos de figurar en la instrucción pública.Algunos intelectuales consideraron al positivismo como el mejor instrumento de educación capaz de cambiar a los mexicanos y hacerlos amantes del orden y el progreso; su misión era formar hombres prácticos y realistas. Sin embargo, pronto se demostró que la ciencia no lo era todo y tampoco lograba el tan anhelado orden social, y surgió una nueva generación dispuesta a romper con el positivismo. Su ideal fue restaurar la filosofía, su libertad y sus derechos.Pareciera que estamos viviendo el regreso cíclico de la historia y la repetición de los hechos, imponiendo otra clase de doctrina, con la diferencia de que esos movimientos estuvieron entretejidos con la caída de Porfirio Díaz y el surgimiento de la Revolución Mexicana. El grupo del Ateneo de la Juventud, al cual pertenecía Alfonso Reyes, inconforme frente al positivismo, regresó a las aulas el estudio de los griegos y la cultura clásica, dando como resultado una generación de políticos formados en esas visiones que supieron construir un proyecto de nación, humanistas con mentes lúcidas que hoy brillan por su ausencia.Busquemos las razones de la falta de líderes visionarios en la educación, y detengamos la desaparición de las disciplinas filosóficas del sistema educativo. Tomemos conciencia crítica del impacto que tendrá la formación de jóvenes dispuestos a callar y oprimir botones.