Hoy es el día establecido constitucionalmente para que el titular del Ejecutivo federal presente un informe anual, y es un signo positivo suprimir la otrora parafernalia del besamanos y culto al Presidente y hacer entrega del mismo por escrito. Sin embargo, en su lugar se realiza una ceremonia política”
en la que el ocupante de Los Pinos, al día siguiente, hará una disertación en casa y sin cuestionamiento alguno. Más allá de las vías alternas para obtener el autoelogio por otros medios, lo que importa es constatar que tras la primera mitad del sexenio el país se encuentra sumido en una grave crisis en todos los órdenes, sobre la cual se tiende a señalar que se origina en el impacto de la que tiene lugar a nivel mundial.
“una guerra”sin conocer, por lo menos,
“el quién contra quién”. Ni siquiera se puede acudir al infantil esquema de
“los buenos y los malos”.
“las oportunidades”. El contraste con los ofensivos ingresos en los tres poderes salta a la vista aún con la ley de salarios máximos.
“zapatistas”y sí de mantener una conceptualización discriminatoria pese a la cual nos encontramos con un retrato del calderonismo.
“Grupos Vulnerables (sic) y Discriminación”, incluyó a pueblos y comunidades indígenas afirmando:
“Existe un déficit de propuestas tanto en la campaña como en el Plan Nacional de Desarrollo. Notamos deficiencias en las acciones y resultados nulos en este subtema. El desempeño del Ejecutivo hasta el momento es difícil de evaluar, ya que no existen indicadores directos que nos permitan evaluar (sic) el desempeño de la política social orientada a este grupo de población, pero se pueden tomar como referencia indicadores indirectos para hacer el análisis de los resultados. La política dirigida a pueblos y comunidades indígenas en la presente administración refleja un retroceso. Desaparece en el discurso la preocupación por el rezago social de este grupo de la sociedad. Existe marginación tanto en el discurso como en los hechos”.
“ahora si existen”porque ya lo dijeron en documentos desclasificados del Pentágono en los Estados Unidos. Tampoco se tiene en el horizonte el impacto de la más reciente decisión de la Corte. Preguntamos entonces al Presidente fallido:
“¿nunca más un Acteal?”¿Por qué habría que creerle?
“debate”sobre el estallido social inminente. ¿Qué tal si en lugar de asustar con el petate del muerto cual premonición
“bicentenaria”la clase política se empeña en detener los efectos de la crisis en las grandes mayorías marginadas en este país?