domingo, 26 de diciembre de 2010

¿Por qué actualización y no reforma económica en Cuba?‏

¿Por qué actualización y no reforma económica en Cuba?
El Doctor en Ciencias Económicas Hugo Pons percibe las
transformaciones recién comenzadas en la economía cubana, como un
proceso de continuidad y ruptura que nos ha traído hasta aquí

José Alejandro Rodríguez

«Estamos haciendo un bonsái en esta pequeña isla», me contesta Hugo
Pons, Doctor en Ciencias Económicas, cuando trato de explicarme la
movida que está comenzando a registrarse en la economía cubana. Y la
sorprendente respuesta, aferrada al símbolo, nos lleva por un
laberinto coloquial.

¿Quién habla y conceptualiza? ¿El profesor titular de la Facultad de
Economía de la Universidad de La Habana? ¿El investigador?, ¿o el
especialista de la Consultoría CANEC? ¿Quizá el vicepresidente de la
Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba? Todos a la
vez, en una sola persona pausada, amante de las conceptualizaciones…

Hugo explica su símil: «Un bonsái es aparentemente pobre e
insignificante por su pequeñez, pero expresa una singularidad
atrayente, una individualidad muy fuerte. Estamos en un proceso sui
géneris, que responde a nuestros orígenes y nuestro destino; a la
cultura, historia e identidad de esta nación».

Este preguntón le hace el juego al estilo alegórico del entrevistado,
y supone que antes de plantearnos «la actualización del modelo
económico cubano» en que nos va la vida, estuvimos mucho tiempo
haciendo injertos de abedules y abetos siberianos en el «tronco» de la
economía cubana.

Pero Hugo vuelve a sorprender con su visión dialéctica del camino
recorrido en más de 50 años. Lo ve como un proceso permanente de
ruptura y continuidad. El bonsái lo estamos fomentando como una
especie única e irrepetible desde 1959, una verdadera experimentación
renovadora que, tropiezo tras tropiezo, avances y retrocesos
incluidos, siempre nos conduce a un arbolito extraño en el bosque de
la economía global.

Mira hacia atrás, pero no con anatemas ni ácidos resentimientos por
los vaivenes y tumbos que ha dado la economía cubana, los cuales
califica como estadíos o momentos de una larga corriente de ruptura y
continuidad que nos atraviesa: «El bonsái se logra cortando y podando
meticulosamente las ramas y las raíces que te limitan. Muchas raíces y
ramas se han ido extirpando en sucesivos procesos de cambio, acuciados
por las circunstancias».

—¿Cuándo mira atrás, no cree que demoramos demasiado para promover
estos cambios?

—Solo es posible decir que pudo haberse hecho antes esto o lo otro, si
logramos llegar al después. Cuando volteo la cabeza trato de mirar lo
que se ha logrado; como mismo cuando miro hacia delante me sitúo el
reclamo de lo que se debe hacer.

«Cuando miras hacia atrás, te das cuenta de que este país se ha visto
en tres ocasiones en el fuego cruzado, en la necesidad de
reestructurar la base de sustentación de su economía y su producción:
A inicios de los 60, tras el cisma con Estados Unidos, hubo que
reorientarse hacia los recursos del campo socialista europeo, y a su
particular ámbito científico y tecnológico. En 1972, cuando nos
integramos al CAME, institucionalizamos nuestras relaciones económicas
en aquel sistema. Y con la caída del socialismo real, en la mayor
soledad del bonsái, tuvimos que vérnoslas apenas con nosotros mismos,
con nuestras virtudes y defectos».

—Hay quien prefiere olvidar aquellos años más cruentos del Período Especial…

—Yo creo que habrá que recordar siempre el Período Especial no solo
por lo que se desarticuló, sino porque también fue un punto de
inflexión que nos trajo hasta aquí. Hay que estudiarlo
científicamente, además de recordarlo para que no vuelva a repetirse.
Uno de los efectos más graves fue el deterioro de la
institucionalidad, la desarticulación de los vínculos entre los
órganos de dirección, incluido el Ministerio de Economía y
Planificación y las empresas. Hubo que preservar con cierta premura el
sistema empresarial, arreciando la centralización. Y esta no fue
siempre un error, sino una necesidad. El problema es cuando trasciende
y desborda los marcos de la necesidad histórica.

«Ya ves, para mí el Período Especial fue la demostración de la inmensa
capacidad de prevención que tuvimos para sobrevivir a tantos retos
juntos, por encima del precio que ha habido que pagar en todos los
órdenes. Fue también parte del largo proceso de ruptura y continuidad».

—Por cierto, usted menciona el proceso de rectificación de errores y
tendencias negativas, a fines de los 80, como un momento especial en
la evolución del bonsái. Aunque parezca especulación, ¿adónde cree que
hubiéramos llegado de no producirse el desplome del socialismo europeo?

—El proceso de rectificación de errores y tendencias negativas marcó
una pauta, porque identificó los aspectos de la política económica, y
sus instrumentos, que no se correspondían con nuestras características
e identidad, con las posibilidades de desarrollar nuestro bonsái. Se
clarificaron muchos errores y se ponderaron muchos aspectos
motivadores en los procesos productivos en cuanto a la utilización de
la fuerza de trabajo y su participación activa, se estimuló el vínculo
salarial con los resultados, se criticaron debilidades del proceso
inversionista, y en general se fustigó mucho el copismo de otras realidades.

«¿Adónde hubiéramos llegado? Nos hubiera acercado mucho más a
realidades que hoy nos planteamos. Al menos creo que nos hubiera
acercado a fórmulas más idóneas de redistribución de las riquezas».

—¿Encuentra usted algún nexo entre el proceso de rectificación de
errores y la actualización del modelo económico a la que está abocada Cuba?

—Tanto uno como el otro han pretendido transformaciones preservando el
socialismo, pero en contextos históricos muy diferentes.

—¿Por qué el socialismo europeo no pudo resolver sus propias contradicciones?

—Siempre pienso en lo que motivó ese proceso. La esencia del problema
es que no se supo interpretar a tiempo los intereses de la sociedad
que estaban construyendo. Se alejaron y no fueron a las raíces, a las
esencias de sus singularidades culturales e históricas. Aplicaron
raseros igualitarios a todo.

«El apego al poder en la URSS causó mucho daño, y el no tener una
visión realista de sus capacidades como potencia para competir con el
capitalismo; el negar las realidades del capitalismo y esconder los
avances de la ciencia, la técnica y la cultura en otras realidades,
hizo mucho daño».

—En su consideración, ¿por qué se identifica el proceso en que está
enrolada Cuba como una actualización del modelo económico y no como
una reforma?

—Antes te sugiero que profundices en la actualidad de esta reflexión
martiana: «Solo lo genuino es fructífero. Solo lo directo es poderoso.
Lo que otro nos lega es como manjar recalentado. Toca a cada hombre
reconstruir su vida: a poco que mire en sí, la reconstruye».

«Y te agrego: El agotamiento del modelo copista se expresa entre
nosotros a finales de los 80, con el proceso de rectificación de
errores. Ahora estamos en un proceso de cambio, pero no puede ser
identificado jamás con otras reformas, porque ello se hará sin minar
las bases del socialismo y de su ideología, sin modificar las
relaciones de producción preponderantes».

—¿El proceso de actualización del modelo económico no supone que lo
que hoy pensemos necesario mañana puede ser ya inoperante? ¿No
implicará una revisión permanente?

—No hay nada más parecido a la labor del médico que los procesos de
dirección y gestión económica. El economista tiene su paciente o
cuerpo vivo en la economía. Cuando el economista analiza una
situación, elabora un diagnóstico. Y a partir del diagnóstico se deben
tomar un conjunto de medidas, que serían la prescripción facultativa,
la receta. Luego debe monitorearse lo que está pasando en el
comportamiento de ese paciente que es la economía.

«En términos prácticos, los compartimentos estancos no existen en
economía. La solución a los problemas de hoy no tendrá que ser la del
mañana. Siempre voy a gestionar, rectificar y accionar».

—¿Cómo se podría aplicar eso a nuestro socialismo?

—Hay una dimensión aspirada en nuestro socialismo, porque este sistema
es el único que se construye a voluntad y a conciencia. Eso requiere
de la instrumentación de la planificación. La estrategia es lo que se
pretende alcanzar a largo plazo, la política es el conjunto de
acciones que deben lograrse para resolver los problemas en la
consecución de la estrategia. Y el modelo de gestión es el mecanismo
con que aseguras el conjunto de políticas para lograr la estrategia.
Esta interacción debe ser orgánica y coherente, pero progresiva. A
fuer de marxistas, sabemos que nunca hay soluciones definitivas.

—Algunos creen ver un antes y un después de los Lineamientos del
Congreso del Partido y del último discurso de Raúl en la Asamblea
Nacional del Poder Popular…

—Creo que vivimos un momento de reforzamiento de la confianza en la
Revolución, por la precisión con que se están identificando y
abordando los problemas; y porque esa identificación está expresada
desde el sentir popular, desde las necesidades y los objetivos de la
mayoría. Por lo dialéctico y flexible que caracteriza este proceso,
sin tener que abandonar principios esenciales.

«Para mí EL QUÉ de los Lineamientos son las transformaciones
estratégicas que requerimos. El CÓMO son los instrumentos para
actualizar nuestro modelo económico. El CUÁNDO es el horizonte
temporal en que se vayan definiendo los alcances. Y El QUIÉN, es lo
más importante: el pueblo, nuestra gente, que siempre será la garantía.

«Esa capacidad de identificar, analizar y desarrollar se garantizará
en la medida en que la construcción del socialismo en Cuba responda a
la mayoría de la población. El socialismo se construye a voluntad, y
esa voluntad hay que educarla, desarrollarla y preservarla. Esa será
la única forma de mantener vivo y sano el bonsái».