martes, 1 de noviembre de 2011

Muerte materna, destino fatal de campesinas e indígenas

El Estado mexicano está en deuda con las mujeres rurales e indígenas del país, pues al privarlas de oportunidades de desarrollo y de servicios de salud de calidad, ellas son las más propensas a morir por padecimientos ligados al embarazo, parto y puerperio.

Cuando acaba de conmemorarse el Día Internacional de las Mujeres Rurales, el 15 de octubre, las cifras oficiales muestran que los estados con mayor población indígena o que vive en el campo poseen los indicadores más alarmantes de muerte materna, aseguran representantes de organizaciones civiles que trabajan el tema.

Así, mientras el promedio nacional de muerte materna es de 53.3 decesos por cada 100 mil nacidos vivos, en Guerrero, de alta población rural e indígena, el indicador se eleva a 103.2 muertes maternas por el mismo número de nacimientos.

Oaxaca y Chiapas afrontan una situación semejante; ambos estados están por encima de la media, con un promedio de 82.7 y 80.6, respectivamente.

Rafaela Schiavon, directora de Ipas-México, explica que estas mujeres suman una serie de vulnerabilidades por su etnicidad, bajo nivel educativo y la ausencia de acceso a oportunidades de desarrollo, las cuales las colocan en riesgo de sufrir muerte materna.

Según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Inadid) 2009, 5.7 por ciento de las mujeres de cinco años y más hablan alguna lengua indígena. El 25 por ciento tienen de 15 a 29 años, y 41.2 por ciento de 30 a 59 años. Más de 60 por ciento en edad reproductiva.

El 48 por ciento de las hablantes de lengua indígena (de cinco a 29 años) no asisten a la escuela. Tres de cada 10 de estas mujeres carecen de instrucción escolar. En promedio su escolaridad es de 4.5 años.

En tanto, la población rural en el país representa 22 por ciento del total, según el Censo de Población y Vivienda 2010. En México hay 95 hombres por cada 100 mujeres.

Lina Rosa Berrio, directora de Kinal Antzetik, señala que en las zonas rurales e indígenas el promedio de muerte materna duplica la media nacional y existen enormes dificultades para reducirla, debido a la inequidad en salud.

Por ejemplo menciona que en la jurisdicción indígena de la Costa Chica de Guerrero en lo que va del año tienen registro de ocho casos de muerte materna.

Todas ocurrieron en el traslado o en las comunidades, las cuales están alejadas, con dificultades de acceso a servicios de salud, incluso a unidades básicas por el nivel de pobreza, detalla.

Berrio sostiene que la ausencia de infraestructura en salud y la lejanía de los servicios son sólo una muestra de que México tiene más pendientes que avances para garantizar la salud materna de las mujeres rurales e indígenas.

Mejorar la salud materna es el quinto Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) que México se comprometió a alcanzar en 2015 y que no va a cumplir.

El principal indicador del ODM es la disminución de la razón de muerte materna en tres cuartas partes, es decir, situarla en 22 por cada 100 mil nacidos vivos, y México apenas está en 53.5.

Para reducir la mortalidad materna es preciso aumentar la proporción de partos asistidos por personal médico capacitado.

Hasta 2008 el promedio nacional de alumbramientos asistidos era de 87 por ciento, pero en Chiapas apenas alcanzó 36.1, en Oaxaca 64.4 y en Guerrero 68.8 por ciento, según los Indicadores sobre el Derecho a la Salud en México, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

El país también se comprometió a garantizar la universalización de la salud reproductiva por medio de la disminución de la necesidad insatisfecha de anticonceptivos (NIA).

El promedio nacional de mujeres que desean utilizar algún método y no lo consiguen es de 9.8 por ciento, pero en Chiapas es de 22.5 por ciento y en Oaxaca de 15.5. Entre 1997 y 2009, la NIA en Chiapas sólo se redujo 1.2 por ciento.

La directora de Ipas-México indicó que las mujeres rurales e indígenas están expuestas en mayor medida a embarazos no deseados por la baja cobertura anticonceptiva. Ello se debe a que no están disponibles en los servicios de salud o porque culturalmente están expuestas a relaciones sexuales tempranas sin protección