sábado, 18 de julio de 2009

¿El salvador? Nosotros mismos

Pobres políticos mexicanos. Nadie los quiere ni lescree, todos los desprecian; están muy desprestigiados”.Adolfo Velázquez de León.

La lógica en la cosmovisión general occidental, fuere aquella aristotélica o dialéctica, fija como punto de partida y aproximación para comprender un problema dado y superarlo, el de identificar, primero, su origen.
La lógica en la cosmovisión general, digamos china o hindú e incluso la árabe y persa (iraní) musulmana, se sustenta sobre una base conceptual y preceptiva, valorativa, de lo simbólico; privilegia extrapolaciones míticas.
Empero, en ambas escuelas generales de lógica (y por consecuencia, de ética, estética, moral, etcétera) existen denominadores comunes y, desde luego, coincidencias. Sus vertientes se intersecan, cruzándose.
Y uno de esos puntos de intersección es, precisamente, la coincidencia a los aproches de un problema dado y los desafíos que de éste devienen. El eje intersectivo es ése: identificar el origen del problema.
Identificar el origen de algo que nos afecta negativamente no siempre exige un conocimiento especializado de metodologías cuyo dominio exigiría una alta escolaridad societal. No. Se requiere sólo sentido común.
Pero el sentido común es consecuencia de experiencias históricas que, en su turno, cincelan y dan forma a idiosincrasias que, a su vez, determinan prácticas y estilos de discernimiento colectivo y conductas societales.
Ello es acusadamente vero en la percepción pública –ciudadana– de hechos y sucedidos cuya ocurrencia actual y sus manifestaciones y secuelas y efectos concurrentes nos abruman y, así abrumados, no comprendemos.

II

Al no comprender esos hechos y sucedidos ni sus manifestaciones, secuelas y efectos optamos por enfocar nuestros esfuerzos en la forma y no en el fondo, confundiendo sus causales e incluso perdiéndolas de vista.
Por otra parte, confundimos incluso las diferencias orgánicas y moleculares, entre lo que anhelamos o deseamos ser y lo que queremos ser, y nos dejamos llevar, precisamente, por ciertos atavismos filosóficos.
Y esos atavismos filosóficos moldean ideologías y prácticas políticas.
Profundamente asentada en la psique colectiva –el alma– mexicana yace la convicción y la fe en soluciones metafísicas, esotéricas, provindenciales.
Todo ello se traduce en el sincretismo atávico de que la esperanza persiste mientras exista fe no en uno mismo ni en la capacidad del individuo para modificar su entorno, sino en voluntades superiores. En el cielo.
En voluntades celestiales que han dispuesto que suframos, como parte de un esquema de poner a prueba nuestra capacidad de absorber sufrimiento y castigo brutal. Ese vector contribuye a nuestra falsa virtud más notable.
Y esa virtud dudosa es la de que constituimos un pueblo avenido a la injusticia y la desigualdad, la explotación y el ejercicio inicuo del poder político.
Presumimos de ser un pueblo muy “aguantador”.
¡Qué mérito! Por casi 500 años los habitantes de estas tierras han estado “aguantando” la opresión material-económica, sociocultural y psicológico-política de los más por los menos. Los más son hoy 110 millones.
Ciento 10 millones de aguantadores. Esa supuesta virtuosidad es la certeza de que alguien, un líder, será enviado por una voluntad metafísica celestial a rescatarnos –salvarnos– de nuestro atroz atolladero.

III

El atolladero se duplica porque somos parte del problema y vivimos sus efectos. Y no nos preguntamos, colectivamente qué lo causa o por qué y por qué somos forzados a sufrirlo. ¿Por qué tenemos que vivir así?
Esto es lo que está viviendo hoy la ciudadanía en México. Algunos estratos con cierta lucidez política han emprendido acciones orientadas a ponerle fin a los dilemas que nos estrujan, pero atacamos sólo los efectos.
E ignoramos las causas, presumiblemente por no saberlas distinguir ni siquiera en la coyunda electoral federal y en algunos de los 31 Estados Unidos Mexicanos y el Distrito Federal.
Pero ese salvador no aparece. ¿Será Andrés Manuel López Obrador? ¿O acaso será el “nuevo” o “renacido” (“born again”) PRI? ¿O el mal aprendiz de brujo que es el PAN? No. El salvador está a la vista: nosotros mismos.
Esto nos lleva al origen del problema: el modelo que nos ha sido impuesto mediante engañifas, sofismas y simulaciones aunque se nos haya dicho –y nosotros creído– de que la imposición la autorizamos con nuestro voto.
Nos han burlado. Creímos lo que se nos dijo: la democracia es tal aunque un ciudadano no pueda postularse por sí mismo, sino sólo por un cártel (un partido) de arúspices autorizados ¡por nosotros y en nuestro nombre!
La solución no es acudir a las urnas, pues éstas no son la causa, sino sólo un efecto. La solución es declararnos en paro político. Paro en el pago de impuestos, de servicios, etcétera. Hay además otra razón: no podemos pagar.

Glosario

Aproches: cercanía, inmediación. Aprestos para acercarse a una plaza para librar una batalla.
Arúspices: sumos sacerdotes.
Coyunda: unión. Sujeción o dominio. Atadura.