sábado, 5 de noviembre de 2011

Gay, un constructo de la identidad, pero también del mercado: académico

  • Mayor visibilidad gay, debido en buena parte a intereses económicos, agrega
  • Guillermo Montalvo Fuentes
    Aspecto de la presentación. Foto: Guillermo Montalvo
    México DF, octubre 14 de 2011.
    Cuando voy por la calle me gritan de todo: joto, marica, puñal, puto, loca; pero cuando saco mi tarjeta de crédito, ¡hasta señor me dicen! Esta anécdota fue citada por el académico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Héctor Salinas, para ejemplificar cómo el “ser gay” se ha convertido, de una identidad sexo-política reivindicativa, en un “constructo” basado en el mercado.
    Durante su participación en el IV Seminario Histórico LGBTTTI Mexicano, el también doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM hizo un recorrido histórico sobre el movimiento de la “disidencia sexual” a lo largo de las cuatro décadas pasadas en este país, y concluyó que en los últimos 10 años ha registrado una mayor visibilidad, pero debido en gran parte a intereses económicos.
    “Lo gay surgió como una reivindicación frente a la definición de la psiquiatría y la medicina, que te decían 'eres homosexual'; como respuesta, el movimiento empieza a decir 'no, no soy homosexual, porque esa es una forma de decirme enfermo, mejor me reivindico y digo que soy gay'. Pero el problema es que esta identidad, que surgió como reivindicativa, ahora está plenamente cooptada por el acceso que se tiene o no a productos de consumo”.
    Para Salinas, el problema de las identidades está en que siempre presentan un punto a favor y uno en contra: por un lado, dijo, permiten poner en términos positivos lo que ha sido comúnmente puesto en negativos. “definir quién soy, cómo me planto frente al mundo, cómo me veo y cómo me ven los demás”. Pero en contraparte, aseguró, también encasillan.
    “Históricamente las identidades han sido sumamente útiles, pero conforme se van conquistando derechos, es necesario avanzar y comenzar a deconstruirlas. Al final de cuentas, las identidades sexuales solamente determinan una parte de nuestra personalidad, no el todo”.
    Ante este panorama, el académico sugirió que se tienen dos tareas: inventar una nueva identidad, o bien, retomar algunos planteamientos de la teoría queer, la cual defiende que “más allá de la etiqueta, somos personas”.
    Sin embargo, Salinas Hernández afirmó que esto sólo podrá llegar cuando “todos y todas seamos reconocidos como ciudadanos de primera, mientras esto no suceda, las identidades seguirán siendo absolutamente útiles”.