lunes, 23 de septiembre de 2013

Soberanía Popular: "Soberbia Chilanga" (22 de septiembre de 2013)

Soberanía Popular: "Soberbia Chilanga" (22 de septiembre de 2013)

Devastación en Paseo Alejandro Cervantes. Foto: Flor Miranda
Devastación en Paseo Alejandro Cervantes. Foto: Flor Miranda
*Pueblos enteros sepultados en Guerrero, mientras autoridades focalizan ayuda a Acapulco y Chilpancingo
*El número de muertes y el grado de devastación sigue en incógnita
Por Flor Miranda
CHILPANCINGO, Guerrero.- Devastación, muerte, hermandad e indolencia es lo que se ha visto en Guerrero desde el pasado sábado, cuando tocó estas tierras surianas de México la tormenta tropical “Manuel”, que acabó con gran parte de la entidad.
El comienzo de una devastación…
Era viernes 13 de septiembre. Las autoridades tenían casi todo listo para desarrollar los festejos patrios. El Servicio Meteorológico ya anunciaba la llegada de “Manuel”, pero nadie lo tomó en cuenta. Todos pensaban que se trataría de lluvias comunes que no irían más allá.
La noche de ese viernes cayeron las primeras gotas de una lluvia que no pararía en los cuatro días siguientes. Guerrero sería devastado, pero nadie se lo esperaba. Esa noche del viernes y la madrugada del sábado, no paró de llover, pero casi nadie se asustó. Los caminos empezaron a sufrir fracturas y los cerros a desgajarse. El reblandecimiento de la tierra fue muy notorio para el mediodía del sábado 14. Los planes no habían cambiado. Todos los gobiernos municipales organizaban todo para la noche del grito de Independencia al día siguiente.
En la capital del estado, Chilpancingo, se esperaban un festejo muy particular. Casi era un hecho que el gobernador del estado estuviera resonando las campañas después de gritar ¡Viva México!, como cada año sucede. Enseguida vendría el baile y la bebida, una noche de algarabía donde las autoridades tendrían que ser más flexibles ante los excesos de los ciudadanos.
Pero eso no pasó. Siguió lloviendo todo el sábado y para la noche ya se escuchaban daños de consideración, principalmente en las vías carreteras. Las presas de todo el estado habían llegado casi ya al cien por ciento de su capacidad tras 24 horas de lluvia.
El domingo 15, al amanecer, los planes tuvieron que suspenderse. No habría noche mexicana en todo el territorio guerrerense, pues el 70 por ciento de la entidad estaba siendo golpeada fuertemente por la tormenta y la furia de los ríos los desbordaba.
Entonces el gobierno del estado emitió la suspensión de los festejos patrios; eso incluía el desfile cívico-militar de la mañana siguiente.
Ese domingo, las redes de celular, Internet y teléfonos fijos (locales) se "cayeron". Llegó la incomunicación y con ello la desesperación de miles de guerrerenses.
Casas arrasadas por la corriente del río desbordado. Foto: Flor Miranda
Casas arrasadas por la corriente del río desbordado. Foto: Flor Miranda
Desfogue y desbordamientos…
En Chilpancingo, durante las primeras horas del domingo, una patrulla de la Policía Municipal se encargó de recorrer tan sólo las zonas aledañas a la presa “Cerrito Rico” y el cauce del río “Huacapa”, pero únicamente en el norte de la ciudad.
“En una hora la presa va a reventar”, gritaban mientras recorrían las zonas y pedían a las familias que salieran de sus domicilio y se dirigieran a alguna zona segura sin no querían ser arrastradas por el río.
Las familias se alarmaron y mientras la lluvia seguía cayendo, ellos buscaban las cosas que consideraron más importantes. A algunos solo les dio tiempo de agarrar sus documentos personales porque en cuestión de minutos, (media hora según dicen varios damnificados), el río se acrecentó al cien por ciento producto del desfogue que se estaba haciendo en la presa, con el fin de que ésta no se desbordara y ocasionara una tragedia.
Devastación en la Colonia Asentamiento Jacarandas. Foto: Flor Miranda
Devastación en la Colonia Asentamiento Jacarandas. Foto: Flor Miranda
Sin embargo la tragedia ocurrió de todas formas. A las familias no se les dio el tiempo necesario para sacar sus pertenencias y huir del lugar. Apenas media hora tuvieron según relatan varios testimonios.
Decenas de familias observaron como el agua que se incrementó en su nivel en un 500 por ciento sobre el cauce del río, simplemente desapareció sus hogares. Algunas casas resistieron pero todo lo que había en su interior, muebles y aparatos eléctricos, se deshicieron o quedaron inservibles.
El río se desbordó y ello provocó que decenas de casas (incuantificables hasta el momento) se colapsaran parcial o totalmente. Todas las que estaban junto al cauce del río al norte de la ciudad resultaron dañadas. Al sur de la ciudad pasó lo mismo.
En el centro sobre el paseo Alejandro Cervantes Delgado y el boulevard René Juárez Cisneros también hubo impresionantes daños. Varios edificios, negocios y casas se vinieron abajo mientras que parte de estas dos importantes vías carreteras, simplemente quedaron destrozadas. Hoy son intransitables.
Devastación en la Colonia Azteca. Foto: Flor Miranda
Devastación en la Colonia Azteca. Foto: Flor Miranda
La furia del río causó una devastación impresionante, arrastró a varias personas, una cantidad aún indeterminada de casas y vehículos, mientras que en otras zonas, la lluvia se encargó de desgajar algunos cerros y sepultar a varias casas y algunas personas.
Se tienen contabilizados en Chilpancingo 11 personas muertas a consecuencia de las últimas lluvias. La devastación material es aún incuantificable. Hasta este día, miles de personas se mantienen en albergues temporales.
La lluvia se mantuvo hasta el día martes, pero fue el domingo 15 y el lunes 16 cuando mayor devastación provocó. Esos dos días que tendrían que ser de fiesta y algarabía.
Chilpancingo quedó incomunicado totalmente y para el día martes que pegaron los primeros rayos del sol, nadie pudo salir de la ciudad ni comunicarse con sus seres queridos, pues la telefonía seguía inservible y el Internet sólo funcionaba en algunos lugares porque la infraestructura de una de las empresas que prestan este servicio soportó la catástrofe y mantuvo su señal.
De esta forma se pudo saber que la devastación no era solo en Chilpancingo, sino en casi todo el territorio guerrerense.
En Acapulco como en Chilpancingo, las casas quedaron bajo el agua completamente y en varios de los casos, los ciudadanos se tuvieron que resguardar en sus azoteas para que no fueran arrastrados por las corrientes.
El desfogue de las presas y el desbordamientos de los ríos que acompañaron a las lluvias que trajo consigo “Manuel”, causaron muerte y devastación también en Atoyac de Álvarez, Coyuca de Benítez, San Jerónimo y Tecpan de Galeana en la Región Costa Grande.
Mujeres rescatan algunas pertenencias de lso restos de sus casas. Foto: Flor Miranda
Mujeres rescatan algunas pertenencias de lso restos de sus casas. Foto: Flor Miranda
Fueron gravemente dañados los nueve municipios de la Tierra Caliente con el desbordamiento del Río Balsas y las lluvias, mientras que en la zona Norte, las zonas altas de Taxco y Tetipac también fueron dañadas, como algunas partes de Copalillo, Tepecoacuilco y Huitzuco.
Costa Chica también sufrió algunas afectaciones, pero la Montaña presentó una devastación inédita, donde incluso, a 5 días de la devastación ninguna autoridad había atendido el problema ni ayudado a los miles de damnificados. En Atlamajalcingo del Monte, Zapotitlán Tablas, Huamuxtitlán, Acatepec, Malinaltepec, Cochoapa, Tlapa y otros municipios se registraron decenas de muertes.
En la parte serrana de la entidad también hubo fuertes afectaciones y pérdidas humanas. Las autoridades no han podido contabilizar exactamente el número de muertes o personas desaparecidas. Hasta el viernes 20 de septiembre, sólo son reconocidas por el gobierno federal 97 muertes y casi 70 personas desaparecidas, pero, la tragedia es mucho mayor de acuerdo a los reportes que hicieron los ciudadanos vía Internet.
Municipios como Leonardo Bravo, Heliodoro Castillo, Eduardo Neri, Zitlala, Quechultenango, Mochitlán, Chilapa y Tixtla también registraron muertes y devastación. Las muerte son en las siete regiones del estado, pero el gobierno federal y el estatal sólo han hecho oficiales hasta este 20 de Septiembre las registradas en Atoyac, Acapulco y Chilpancingo.
En Atoyac fue un alud de tierra el que sepultó medio pueblo de “La Pintada”, también arrebató 80 vidas según las declaraciones de los sobrevivientes que fueron trasladados al puerto de Acapulco donde se mantienen refugiados.
A la fecha, el gobierno del estado y federal han focalizado su atención al puerto de Acapulco y Chilpancingo, y, por el alud de tierra que se registró, también voltearon a ver a Atoyac, pero los ciudadanos del resto de la entidad se encuentran desprotegidos y la ayuda les llega a cuentagotas. En la mayoría de los pueblos siguen sin recibir siquiera un plato de comida.
Casas sepultadas con la corriente del río. Foto: Flor Miranda
Casas sepultadas con la corriente del río. Foto: Flor Miranda
Decenas de comunidades habrían “desaparecido” parcial y totalmente”…
Varias comunidades de la Montaña, Costa Grande, la Sierra y Tierra Caliente de Guerrero habrían “desaparecido” casi en su totalidad de acuerdo a reportes ciudadanos, sin embargo, las autoridades del estado y del municipio han callado antes esta grave situación o, tal vez ni conocen la realidad de los hechos luego de que han omitido llegar a estas zonas que muestra igual o mayor devastación que Chilpancingo y Acapulco.
Se han conocido gracias a las redes sociales y al Internet casos como el de Totomixtlahuaca, Tlacoapa, en la Montaña de Guerrero, La Pintada y El Edén en la Costa Grande, Tierra Colorada y Las Joyitas así como El Balzamar y La Soledad en la Sierra de Guerrero.
También abría varias comunidades de la Tierra Caliente que permanecen en situaciones similares y hasta donde no ha llegado ningún tipo de ayuda, a pesar de que este jueves ya varios políticos recorrieron parte de la región entregando escuetos apoyos, según las denuncias.
Espejo Potrero en la Zona Norte, Taxco, también estarían en una situación complicada.
Esto, es tan sólo la denuncia y el auxilio que ha podido ser distribuido en redes sociales, pero existen comunidades afectadas, sobre todo en la Montaña que fueron afectadas pero no se ha sabido nada de sus habitantes, por lo que los ciudadanos temen a que la desgracia sea aún más terrible.
A todo esto, hasta este jueves, el gobierno federal no reconoce más allá de un centenar de personas que perdieron la vida por derrumbes o que fueron arrastradas por los diversos ríos, aunque en redes sociales la ciudadanía habla de decenas de muertos en cada municipio de los 59 (según la federación) que resultaron afectados.
Guardia civil
Guardia Civil en busca de damnificados. Foto: Flor Miranda
Universitarios desaparecidos…
En tanto, el rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), informó que aunque no se cuenta con un registro total de las personas que murieron por el paso de “Manuel”, “hay todavía decenas de universitarios desaparecidos”, principalmente en Chilpancingo y Atoyác de Álvarez.
Especificó que en las poblaciones de El Paraíso y El Edén, así como de La Pintada, municipio de Atoyác de Álvarez, hay varios universitarios desaparecidos lo mismo que en la capital del estado, donde perecieron un catedrático y una estudiante.
Hermandad e indolencia…
Durante esta última semana en que sucedieron los hechos, el estado de Guerrero se ha visto rodeado de actos humildes y de hermandad, pero a la vez, varios guerrerenses y el propio gobierno federal han demostrado su indolencia.
La ayuda que ha llegado a los centros de acopio en todo el Estado y el alto número de personas que están recabando alimentos y ropas para llevarlas a los miles de damnificados, dan muestra de unidad y humildad.
Hasta los centros de acopio han llegado decenas de familias que llevan alguna ropa abrigadora, sábanas o cobijas, e incluso juguetes para los menores cuyas familias lo perdieron todo. Otros apoyan rescatando gente que continúa atrapada o llevando despensas.
Los brigadistas arriesgan su vida por salvar otras, mientras que organizaciones empresariales, del sector educativo o de justicia ciudadana, se mantienen día y noche operando para salvar vidas y llevar víveres.
Por otro lado, el sector político ha llevado apoyos a las familias damnificadas sin dejar de lado una campaña con miras a las siguientes elecciones. Se han fotografiado entregando vestidos o víveres a las familias devastadas, para distribuirlas. Según han manifestado algunos colonos de Chilpancingo, los políticos se han atrevido a pedirles el voto en el 2015.
En la caseta de La Venta, de Acapulco, el gobierno mantiene el cobro de cien pesos para las personas que intentan cruzar la autopista del sol hacia Chilpancingo, misma que está totalmente intransitable.
Quienes han acudido a la autopista del Sol van con el objetivo de encontrar a familiares que están desaparecidos o quedaron varados entre los diversos derrumbes o cortes carreteros, pero aún así, les cobran por recorrer la devastada vía, pese a que el gobierno federal había anunciado que por el momento, el cruce por la Autopista del Sol sería gratuito.
Los aviones y helicópteros que llegaron al puerto de Acapulco para el rescate de personas, fueron utilizados primero para sacar a los turistas pudientes de esa zona actualmente devastada e incomunicada, dejando de lado a todas las familias guerrerenses que siguen atrapadas en sus localidades y al borde de la muerte.
Semefo recoge cadáveres sepultados por el lodo. Foto: Flor Miranda
Semefo recoge cadáveres sepultados por el lodo. Foto: Flor Miranda
En casi todas las ciudades devastadas se vieron actos de rapiña de los propios ciudadanos, mientras que los prestadores de servicios o las propias brigadas rescatistas se dedicaron a cobrar a los ciudadanos que necesitaban ayuda urgente porque estaban en peligro de muerte.
También hubo comerciantes, empresarios y tiendas departamentales que mostrando una actitud de indolencia total, elevaron al 300 por ciento los precios de sus productos con el fin de obtener mejores ganancias.
En las zonas devastadas, las personas damnificadas tuvieron que crear sus grupos de guardia civil a fin de evitar el hurto y la rapiña de la que estaban siendo víctimas, pues no faltaron las personas que saquearon lo poco que quedó en las casas.
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