martes, 1 de enero de 2008

Yucatán: 450 hombres de más de 60 años aún deben vivir de pescar

Sin pensión y sin seguro médico, apenas tienen la fuerza para seguir con su trabajo en el mar.
Puerto Progreso, Yuc. Llegaron a los 60 años de edad, más de 40 de ellos dedicados al rudo trabajo de la pesca, pero el cuerpo ya no aguanta, está cansado, impregnado y curtido por la sal. Están a un paso del retiro, pero carecen de dinero, no tienen Seguro Social y su futuro inmediato es desalentador.
Es como si el mar estuviera ‘picado’ (embravecido, con olas grandes), como si se presagiara un huracán –describe Waldemaro Cetz Chan, al hablar sobre el retiro, en poco tiempo, de su actividad y, lo peor, sin tener algún ahorro que le permita sobrevivir.
El caso de Cetz Chan no es exclusivo. Hay alrededor de 450 pescadores con 60 o más años de edad, según registros elaborados por las propias cooperativas pesqueras, de un universo general de 18 mil hombres de mar que laboran en las costas de Yucatán; el porcentaje de “adultos mayores” en la pesca sería escaso, puesto que la mayoría fluctúa en rangos de 22 a 55 años de edad, pero, como dice Waldemaro, “todos ellos llegarán a mi edad y verán que es difícil terminar y no contar con un solo peso”.
Casi toda una vida de sacrificios… y para nada. Los sexagenarios pescadores de Yucatán no descansan. A lo largo de su vida se han embarcado miles de veces, han enfrentado mal tiempo, huracanes, vedas (restricciones) pesqueras y hasta la explotación de los patrones que les pagan debajo del precio convenido por las especies capturadas.
En cuestión familiar, la mayoría tiene casa propia, esposas, hijos y nietos. Sin embargo, la zozobra de que sales a trabajar y no hay seguridad de que retornes. Un mal tiempo, una descompresión física al bucear sin el equipo adecuado, enfermedades en alta mar y otros pormenores acaban con la vida de los pescadores y hunden, todavía más en la miseria y desesperanza a las familias de éstos.
Es simple: carecen de Seguro Social, no tienen currícula de antigüedad en el trabajo y, por lo general, hasta ignoran qué son los ahorros. “Cómo voy a ahorrar dinero si apenas gano para mantener a mi familia”, clama Rodrigo Uribe, uno de tantos veteranos pescadores de las costas yucatecas.
En términos generales, los pescadores de esta región alternan los pocos buenos días con los “muchos malos días”. Al salir a pescar deben prepararse para permanecer un promedio de dos a cuatro días en alta mar. Al regresar con la pesca prometida pueden recibir como pago, según la cantidad de especies capturadas, hasta 300 ó 400 pesos, de acuerdo con lo pactado previamente con el patrón o dueño de la empresa comercializadora de productos.
Varios, con la experiencia a cuestas, guardan lotes del producto marino y lo venden a empresarios particulares o propietarios de restaurantes, bares y cantinas. De allí sacan un dinero extra. Pero no todo es dicha: cientos de pescadores pierden ese dinero en licor, cervezas y mujeres. “Los dueños de los bares parecen buitres acechando a los pescadores, incluso algunos tienen crédito y tan pronto desembarcan van y pagan sus deudas, pero el empresario les vuelve a dar fiado, y así van”, comenta Eleuterio Yam, pescador con 45 años en esta ruda profesión.
La actividad pesquera en Yucatán suele ser en botes y en la modalidad de “cobralínea”. En el primer caso, los pescadores laboran en los “alijos”, que son pequeñas lanchas sujetas a embarcaciones mayores. Empiezan su labor a las cinco de la mañana, descansan para comer y reanudad la actividad hasta que cae la noche. En “cobralínea”, la chamba comienza desde las seis de la tarde hasta la medianoche.
Desde 2005, los pescadores agrupados comenzaron a gestionar las pensiones para marinos que cumplan los 60 años de edad, así como para hombres de mar imposibilitados para laborar, ya sea por accidentes o enfermedades. Las gestiones las empezó a realizar la Federación de Cooperativas Acuícolas y Artesanales, pero nada se concretó. En ese momento, las autoridades pesqueras de Yucatán dieron a conocer que se manejaba un techo financiero de 28 millones de pesos para apoyar a los pescadores en retiro.
Interesados, se inscribieron a dicho plan –que no llegó a ser programa oficial- n total de 280 pescadores mayores de 60 años como posibles beneficiarios. Todo quedó en buenos deseos.
Como opción quedó el llamado Seguro Popular, uno de los proyectos más alabados en el sexenio del entonces presidente Vicente Fox, pero tampoco satisfizo a los pescadores de la “tercera edad” de la entidad, no por el hecho de pagar cuotas simbólicas al IMSS, sino que la atención que reciben los pescadores en esos sitios es deficiente. Sólo 30 pescadores optaron por registrarse. ¿Quiénes? Los de 60 o más años de edad.
Pero las penurias no acaban allí. En temporadas de mal tiempo, los veteranos pescadores, al igual que sus colegas más jóvenes, están impedidos de salir a trabajar a riesgo de su vida. En los últimos cinco años, por lo menos 25 pescadores han muerto al desobedecer las instrucciones giradas por la Capitanía de Puerto de no salir a laborar por las inconveniencias del clima. ¿Y qué les queda por hacer?
Los patrones, los que acumulan toneladas de pescados y mariscos para exportar, se niegan a proporcionar Seguro Social a sus empleados, comenta Eleuterio Yam. La razón: “Somos gente desechable, un día salimos a trabajar y no sabemos si vamos a regresar”, detalla.
Los “remedios caseros”, como suelen llamarle los pescadores a los apoyos entregados por el gobierno estatal, son, apenas, un paliativo. Este año la dirección de Pesca de la Secretaría de Desarrollo Rural del gobierno estatal pagó mil 162 pesos a igual número de pescadores que estuvieron varados, sin laborar, por la restricción en la captura del mero, una de las especies marinas más comercializadas en Yucatán.
Durante un mes, los pescadores, fuera de su hábitat natural, efectuaron labores de limpieza, pintura, reparación de botes y demás empleos temporales. Cada pescador recibió 250 pesos semanales, además de una despensa, que, por cuestiones irónicas de la vida, contenía numerosas latas de atún, entre otros básicos.